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MГєsica y MГєsicos PortorriqueГ±os
Fernando Callejo Ferrer






MГєsica y MГєsicos PortorriqueГ±os





CONSEJO A MARGARITA



ВЎDichosos los que saben agradecer!

Si en el divino mГЎrmol de la gloria,
tu humilde nombre se esculpiese un dГ­a,
deberГЎs a tu patria la alegrГ­a
de obtener tan brillante ejecutoria.

A la patria riqueГ±a, en cuya historia
sobresalen los rasgos de hidalguГ­a,
quГ©, viГ©ndote luchar con gallardГ­a,
la senda te allanГі de la victoria.

ВЎQuiera Dios se realicen tus ensueГ±os!
Y si logras triunfar en tus empeГ±os
alcanzando tu voz fama y honores.

Con el culto a la patria por enseГ±a,
ofrГ©ndale a tu cuna borinqueГ±a
el soГ±ado laurel de tus amores.

В В В В Fernando CALLEJO.



EL POR QUÉ DE ESTE LIBRO


En la gigantesca lucha que, hace cuatro aГ±os, vengo sosteniendo, con la ayuda de Dios y del generoso pueblo portorriqueГ±o, para ver si las facultades artГ­stico-vocales de mi hija Margarita, podГ­an, por medio del estudio y de la buena escuela, adquirir el desarrollo y finalidad, presagiada por la profesora que en St. Aloysius Academy de New Lexington, Ohio, descubriera aquellas, este libro viene a ser como la campaГ±a final que habrГЎ de decidir la realizaciГіn o pГ©rdida definitiva del ideal perseguido.

Si entonces estuve vacilante para trazar los planes, pues temГ­a que los espejismos del amor paternal me hiciesen concebir ilusiones y esperanzas sin base o causas que las justificaran; cuando, despuГ©s de un maduro y severo examen, lleguГ© a la conclusiГіn de que, por lo menos, la materia prima existГ­a en la garganta, temperamento y vocaciГіn de mi hija, me lancГ© al combate con valor decidido, llevando la fГ© por divisa, el deber por escudo, y, como Гєnica arma, mi tenaz voluntad.

Todo Puerto Rico debe recordar la forma como obtuve los recursos para llevar a Margarita a MilГЎn y los medios lГ­citos de que me he valido para sostenerla allГ­ hasta el presente.

Ella – y al decirlo no pretendo hacer vaticinio – ha correspondido a los sacrificios del hogar y a la generosidad del país, sintetizada por las subvenciones que le otorgara la Legislatura y ofrendas delicadas de algunos amigos, consagrándose al estudio con verdadero ahinco.

Sufriendo privaciones y venciendo dificultades, cada vez mayores a medida que avanza por la escabrosa senda de la carrera artГ­stica, si algГєn acontecimiento imprevisto no le intercepta el paso, estarГЎ en condiciones para debutar, en la primavera de 1916.

Si el debut serГЎ un Г©xito o un fracaso, no puedo predecirlo; tan solo Dios conoce lo porvenir. Pero sГ­ puedo afirmar que Margarita necesitarГЎ recursos extraordinarios ademГЎs de haber requerido ya mi presencia, para entonces, en MilГЎn.

No por falta de fГ© ni de entusiasmos sino por las especiales condiciones del presente, otra vez la vacilaciГіn ha venido a torturar mi ГЎnimo al pensar sobre la manera de llevar a la prГЎctica lo que considero deber ineludible.

Cuando mГЎs perplejo estaba para seleccionar medio adecuado, un hecho, realizado sin otra pretensiГіn que la de aportar mi grano de arena a la obra grandiosa de la cultura patria, vino a darme la soluciГіn.

Me refiero a la conferencia que sobre el tema El Arte Musical en Puerto Rico diera en la Biblioteca Insular el 14 de marzo Гєltimo y que, publicada por El Tiempo, diario de San Juan, fuГ© leГ­da con interГ©s y juzgada con simpatГ­as, pidiГ©ndoseme, despuГ©s, que la ampliara y editara.

Esa peticiГіn despejГі la incГіgnita en el problema indicado, decidiГ©ndome a publicar este libro que tendrГЎ dos objetivos, dentro de una sola finalidad artГ­stica, a saber: ampliar el bosquejo histГіrico de la disertaciГіn citada y adquirir, si el pГєblico no le niega sus favores, recursos econГіmicos para que Margarita pueda hacer el examen final de la carrera, que no otra cosa es el Debut de una artista.

Cuando regrese a su paГ­s, se presentarГЎ tal cual sea, para que los moradores de esta hidalga tierra borincana, sin prejuicios favorables o adversos, confirmen o rectifiquen el fallo que, al rendir los estudios, obtenga en el extranjero.

Yo juro ante Dios que, desde MilГЎn, dirГ© la verdad a Puerto Rico.

Si el Г©xito coronase los sacrificios realizados, los laureles serГЎn para la patria. Pero, si desgraciadamente el fracaso fuese inevitable, con la tranquilidad de conciencia del que ha cumplido todo lo que el deber exige, lo expondrГ© sinceramente, retirГЎndonos al hogar.

Explicado el por quГ© de este libro, rГ©stame decir que, en realidad, no tendrГЎ precio determinado; el que lo acepte, darГЎ lo que buenamente pueda o quiera.

Sin tener para nada en cuenta el resultado financiero, puedo asegurar que, si con este humilde trabajo coopero al engrandecimiento del nombre portorriqueГ±o, me sentirГ© altamente retribuГ­do.

Esto no es Гіbice para que exteriorice, una vez mГЎs, mi eterna gratitud hacia todos los que me han ayudado en la obra magna de la educaciГіn artГ­stica de Margarita.



В В В В Fernando CALLEJO.



ManatГ­, P. R., agosto de 1915.





INTRODUCCIГ“N


Aunque el tema de este libro sea el mismo de la disertaciГіn que diera ha pocos meses en la Biblioteca Insular, la forma de exposiciГіn tiene que ser distinta.

La idea fundamental de la conferencia, fuГ© la de establecer un paralelo entre el pasado y el presente del arte musical, en Puerto Rico, (considerando sus tres aspectos principales: educativo, creador y de interpretaciГіn) para deducir si habГ­a progreso, estancamiento o decadencia.

La del libro, es recopilar los datos dispersos que he podido adquirir acerca del desenvolvimiento artГ­stico en la isla; exponer juicios mГЎs o menos extensos sobre los artistas mГєsicos que el paГ­s ha producido; y catalogar, hasta donde posible sea, las obras de los compositores nativos, como punto de partida para los que en el maГ±ana, con mejores tГ­tulos, se decidan a hacer la historia del arte musical portorriqueГ±o, que permanece inГ©dita.

El relato histГіrico adolescerГЎ, en muchos puntos, de falta de prueba documental que la acredite ante la crГ­tica severa. Esta documentaciГіn ha sido imposible obtenerla debido a la carencia de archivos e indiferencia con que, hasta hace poco tiempo, se han tratado todos los asuntos musicales. Por lo tanto, mis afirmaciones se basarГЎn, unas veces, en referencias tradicionales; algunas, en documentaciГіn examinada; y otras, serГЎn las resultantes de hechos conocidos personalmente.

Sin galanura de estilo, que no poseo, pero con dicciГіn clara, concisa, y, a veces, tГ©cnica, expondrГ© mis juicios sobre los artistas y sus obras, teniendo en cuenta el medio ambiente en que se produjeron, pues, de no hacerlo asГ­, tal vez el libro holgarГ­a.

En los rubros de las secciones asГ­ como en los juicios que emita sobre cosas y personas, seguirГ© el orden alfabГ©tico. Las biografГ­as serГЎn unas veces extensas y otras limitadas, no porque desee establecer preferencias y sГ­ por no haber obtenido datos que solicitГ© tenazmente.

Como la crГ­tica semeja un arrecife en el que, arrastrados por el oleaje pasional o por defectuosa orientaciГіn, van a estrellarse, casi siempre, los buenos deseos del que la ejerce, parГ©ceme oportuno reproducir aquГ­, lo que hace algunos aГ±os publicara en un periГіdico musical que se editaba en San Juan, bajo la competente direcciГіn del Maestro Arteaga, como introducciГіn a la biografГ­a crГ­tica de mГєsicos portorriqueГ±os fallecidos, secciГіn que habГ­a sido encomendada a mi impericia.

Entonces decГ­a: "Si en paГ­ses acostumbrados al juicio de la sana crГ­tica resultan siempre escabrosos para escritores competentes estos trabajos, ВїquГ© no lo serГЎn para quien como yo, carece, en absoluto, de condiciones y tiene que escribir para un pГєblico que en su mayor parte desconoce los fundamentos de la crГ­tica y beneficios que de la misma se derivan?"

"Criticar no es censurar por capricho o apasionamiento: no es tampoco emitir juicios, mГЎs o menos extensos, mГЎs o menos razonados, acerca de una producciГіn o de un artista determinado."

"El fundamento principal de la crГ­tica es la enseГ±anza, y su saludable influencia ostenta verdadero alcance, como dijo el crГ­tico espaГ±ol PeГ±a y GoГ±i, 'cuando tiende a penetrar en el fondo de la existencia misma del arte, seГ±ala los pasos de Г©ste, investiga las causas de su marcha, de sus evoluciones, de sus tendencias y lo consigue con el atento estudio del estilo de cada compositor, de las influencias que le rodean o medio ambiente en que se desenvuelve.'"

"En tales principios procurarГ© inspirar mis humildes trabajos. Y puesto que he exteriorizado mi apreciaciГіn sobre el concepto crГ­tica, voy a hacer lo propio con los de belleza y arte."

"Dice el crГ­tico germano, Bergman, que es imposible definir la belleza de un modo objetivo; que no puede ser percibida sino de un modo subjetivo, y, por consiguiente, que el problema de la estГ©tica consiste en definir lo que gusta a cada cual."

"DefiniciГіn es Г©sta, completamente opuesta a la del escritor francГ©s, Cousin, quien afirma que la belleza descansa siempre sobre una base moral, que puede ser definida objetivamente y es, por su esencia la variedad dentro de la unidad."

"Jouffroy veía en la belleza, la expresión de lo invisible. Mario Pila… el producto de nuestras impresiones físicas. Y Sar Paladán afirma, que la belleza es una de las manifestaciones de Dios."

"Prescindiendo, por no cansar a los lectores, de otras teorГ­as, y ateniГ©ndome a la afirmaciГіn de Sar PaladГЎn, yo entiendo todo lo contrario: que el arte es una manifestaciГіn de Dios, siendo la belleza una de las manifestaciones del arte."

"AsГ­ como Dios, teolГіgicamente, es uno y trino, asГ­ tambiГ©n lo es el arte como manifestaciГіn divina, porque la verdad, la bondad y la belleza, sustancias inseparables que forman la esencia del arte, son las constitutivas de esa esencia creadora que llamamos Dios."

"La belleza, por sГ­ sola, no existe, si no va precedida de la verdad y como secuela de la bondad; y toda obra de arte que no estГ© inspirada en esas tres cualidades esenciales, no puede ser considerada como tal, pues si solamente fuese bella por la impresiГіn grata que produjera en los sentidos, no serГ­a artГ­stica, toda vez que carecerГ­a de la verdad que es la que impresiona el sentido moral, y de la bondad, consecuencia que debe buscarse en los efectos que toda obra de arte produce."

"Dice el gran pensador Tolstoy, que el arte no debe ser otra cosa que la expresiГіn de la conciencia religiosa de la sociedad, y que cuando las manifestaciones artГ­sticas no responden a la conciencia religiosa de la Г©poca, no deben conceptuarse como tales, puesto que no obedecen a un fin determinado ni contribuyen a la marcha progresiva de la humanidad."

"De acuerdo con las manifestaciones del ilustre ruso, harГ© mis apreciaciones al estudiar las obras de los compositores nativos." Hasta ahГ­ el artГ­culo de referencia.

Se notarГЎ que, en los distintos capГ­tulos de este libro, repito nombres y hechos ya citados. Lo hago, expresamente, para facilitar la bГєsqueda de un dato aislado, en caso de consulta.

El trabajo no es completo. La premura con que he practicado las Гєltimas investigaciones para preparar, a tiempo, la ediciГіn, puede ser la causa de nuevos errores u omisiones y nunca el prejuicio pasional ni la envidia por mГ©ritos o Г©xitos extraГ±os.

Prefiero pecar de indulgente antes que, por riguroso, se me califique de egoГ­sta. Los que me sigan en esta labor, podrГЎn rectificarme ya que, por lo menos, les presento una forma de fГЎcil orientaciГіn, de la cual yo he carecido.

Y… como el mal camino debe andarse pronto, cerraré el introito para entrar en la consumación de lo que muy bien puede calificarse: OSADÍA DE LA IGNORANCIA.



В В В В El Autor.



Agosto 10 de 1915.





SECCIГ“N PRIMERA.

Anotaciones HistГіricas





CAPГЌTULO I.

1660-1800


El arte musical, en la forma en que ha llegado hasta nosotros, tuvo su origen en la Iglesia CatГіlica, siendo, primeramente, San Ambrosio, poco despuГ©s San Gregorio, mГЎs tarde, Guido D'Arezzo, y, Гєltimamente, CristГіbal Morales y Juan de Palestrina, los verdaderos fundadores de la mГєsica religiosa, generadora Г©sta, a su vez, de las demГЎs formas de la composiciГіn e interpretaciГіn musical.

San Ambrosio, Obispo de MilГЎn, en el aГ±o 386, estableciГі la base del canto llano, formando los cuatro primeros tonos llamados autГ©nticos, por los cuales se entonaban todos los cantos de la primitiva iglesia.

En el siglo VI, San Gregorio redujo los caracteres griegos de que se hacГ­a uso por aquella Г©poca para indicar los sonidos, a sГіlo siete letras con las cuales indicГі este PontГ­fice todos los sonidos de la mГєsica, fundando colegios y escuelas musicales para la enseГ±anza de los jГіvenes y la primera capilla que fuГ© llamada despuГ©s pontificia. Desde entonces se le diГі el nombre de canto gregoriano al canto llano o religioso, que hoy consta de ocho tonos, para diferenciarlo del profano o figurado.

Guido D'Arezzo o Arettino, monje de la abadГ­a de Pomposa, nacido en Arezzo, villa de la Toscana, a fines del siglo X, y al que se atribuyen muchas invenciones sobre el arte y su enseГ±anza, que no son del caso relatar, es indudable que fuГ© el primero en establecer un mГ©todo para la enseГ±anza del canto, cuyo estudio era asaz difГ­cil y penoso, y diГі a los siete sonidos musicales la denominaciГіn silГЎbica que todos conocemos, tomГЎndola de la primera sГ­laba de cada uno de los versos del himno de San Juan Bautista.

CristГіbal Morales, maestro compositor espaГ±ol, nacido en Sevilla a principios del siglo XVI, que en 1540 era cantor de la capilla pontificia, y, en 1545, maestro de capilla de la Iglesia primada de Toledo; con Juan de Palestrina, nacido en Roma en 1524, nombrado, a los veintisiete aГ±os, maestro de la capilla Giulia y en 1554 cantor de la pontificia, fueron los creadores de la actual mГєsica religiosa, a la que despojaron, en absoluto, del sentimiento profano de que estaba saturada, revistiГ©ndola del misticismo, grandeza y severidad en la construcciГіn que al presente conserva.

Siendo la Iglesia uno de los principales factores en el descubrimiento de AmГ©rica; asumiendo, casi por igual, con los conquistadores, los deberes y derechos de la colonizaciГіn; y, estando en ella vinculadas, por aquella Г©poca, todas las manifestaciones del saber humano y mГЎs especialmente las artГ­sticas, es lГіgico suponer que fuГ© tambiГ©n la Iglesia la cuna del arte musical portorriqueГ±o.

Tal suposición la confirma el padre Manso, primer obispo de Puerto Rico, al establecer la organización interna de la iglesia catedral, en sus Letras Episcopales dadas en Sevilla, con carácter de documento público, ante el Notario García Fernández, con asistencia de los delegados regios, como testigos.[1 - La Colonización de Puerto Rico. – S. Brau. 1908. P. R.]

En dichas letras se instituГ­an seis dignidades, diecisГ©is canongГ­as, o prebendas, seis racioneros, tres medio racioneros, seis capellanes de coro y seis acГіlitos, ademГЎs de los oficios de sacristГЎn, organista y otros varios.

No pudo, el padre Manso, constituir la catedral, durante los primeros aГ±os de la colonizaciГіn, con tan lujoso cabildo, pues ni estaba erigido el templo ni disponГ­a de recursos para sostenerlo.

La desapariciГіn, en 1625 (InvasiГіn de los Holandeses) de los archivos eclesiГЎsticos, no nos permite fijar la fecha de cuГЎndo empezaron a efectuarse los servicios del organista y cantores en la Catedral. Por tal motivo es que tomamos, como punto de partida para estas anotaciones, la fecha de 1660.

En el tomo primero de las actas capitulares existentes en el Obispado, segГєn notas certificadas que bondadosamente ha tenido a bien facilitarnos el seГ±or Secretario del Obispo, Rev. Padre Hormachea a quien estГЎ encomendada la penosa labor de reorganizar el archivo, aparece, como primer acta, la fechada en 9 de enero de 1660. En ella se consignan los nombramientos, para dicho aГ±o, del presbГ­tero Don GerГіnimo de Ovando y Guerra, como organista, y de Juan PiГ±ero, para sorchantre, donando (suponemos que en calidad de honorarios) 150 misas, valor de 15 reales de plata cada una, para el organista, y 50 para el sorchantre.

El Padre Ovando permaneciГі de organista hasta el aГ±o 1690,[2 - No dice el acta si Ovando muriГі o retornГі a EspaГ±a.] quedando vacante la plaza durante todo el 1691, hasta que, en enero de 1692, fuГ© nombrado el padre Don Juan de Morales quien la sirviГі hasta diciembre del 1698.

PiГ±ero, el sorchantre, fuГ© reelecto, consecutivamente, hasta el aГ±o 1680 en que falleciГі. Durante el 1681, estuvo vacante el cargo, designГЎndose al presbГ­tero Don Fernando de Morales, en enero de 1682, siendo reelecto hasta el 1698, Гєltimo del siglo XVII, en que se hicieron tales nombramientos.

Por primera vez, aparece en el acta de enero de 1672, la designaciГіn de maestro de capilla, a favor de TГ©llez RodrГ­guez, y la de SebastiГЎn GarcГ­a Serrano, como cantor, asignГЎndosele, al segundo, la cantidad de seiscientos reales de plata, como honorarios. Ambos permanecieron en sus oficios hasta el 1680, cesando, en esta fecha, esas designaciones y sin que se indiquen, en las actas, las causas.

Desde el 1698 hasta el 1756, no se encuentra, en las actas, ningГєn nombramiento de organista, sorchantre, maestro de capilla ni cantor.

ВїSerГ­an suprimidos los servicios o dejarГ­an de ser provistos los cargos por el cabildo de la catedral?

Lo primero es inadmisible despuГ©s de un siglo de haberlos utilizado; cabe mГЎs bien suponer lo segundo, en vista de la cГ©dula expedida en el Escorial, el 12 de junio de 1749, por el Rey Fernando VI, en la que se negaba a acceder a la peticiГіn del Cabildo para que se excluyesen los mulatos al designarse los cuatro mГєsicos que constituГ­an la capilla de la cofradГ­a del Sacramento y fuese obligatorio, para dichos mГєsicos, tocar en todas las festividades de 1ВЄ y 2ВЄ clase.

El Rey no consideraba depresivo para las solemnidades del culto la presencia de los mulatos mГєsicos, ni en la capilla del Sacramento, ni en las procesiones y viГЎticos: por el contrario, recomendaba se les tratase con las consideraciones debidas a todo ser humano, si bien indicaba se cubriesen las vacantes con los mГЎs idГіneos.

ВїEn quГ© forma estaba organizada esa capilla? ВїQuГ© funciones desempeГ±aban los cuatro mГєsicos?

Sin documentaciГіn en que apoyar el aserto y sГіlo teniendo en cuenta cГіmo estaban organizadas, por aquella Г©poca, las capillas de las catedrales espaГ±olas, suponemos que el cuarteto estarГ­a representado por el Гіrgano, dos chirimГ­as[3 - La chirimГ­a era un instrumento de madera muy semejante al Гіboe, y estuvo muy en uso en las iglesias espaГ±olas hasta la introducciГіn de los violines. Su boquilla era igual a la que se emplea para el Гіboe y fagot modernos. La chirimГ­a cantaba siempre al unГ­sono con el tiple, y la segunda con el contralto o tenor.] y un fagot.

El presbГ­tero Don Francisco de Sotres, notario y secretario del Obispado, desempeГ±Гі la plaza de organista durante los aГ±os 1756 y 57; y la de sorchantre, en iguales fechas, Don Bernardino Lexes.

Desde 1758 hasta el 1761 en que falleciГі, fuГ© organista Miguel Feliciano, permaneciendo la plaza vacante hasta el 31 de diciembre de 1769, en que fuГ© nombrado Domingo de Andino quien continuГі hasta 1800, fecha con que cerramos este capГ­tulo.

Muerto el sorchantre Lexes, en 1758, hasta el 1761 no fuГ© nombrado Miguel Bonilla, sucediГ©ndole, desde 1762 hasta el 68, el ClГ©rigo de menores, Don Pedro MartГ­nez.

Don JosГ© de Torres fuГ© sorchantre en el aГ±o 1769, y del 1770 al 74, JosГ© Vicente MuГ±oz.

En 1775, designГіse al presbГ­tero Don Antonio JosГ© Espeleta, reeligiГ©ndosele para el 1776, y, desde 1777 hasta 1783, sirviГі la plaza Don Leonardo del Toro y QuiГ±ones, que falleciГі en este aГ±o. Le sucediГі, interinamente, Don JosГ© MarГ­a Ruiz hasta el 1785 en que fuГ© nombrado, en propiedad, Don Pedro Level que la sirviГі hasta el 1790.

Durante los aГ±os 1791 y 92 desempeГ±Гі el oficio, NicolГЎs Ruiz; del 1793 al 95, Don Pascual GonzГЎlez; y, desde 1796 hasta el 1800, el Rev. Don AgustГ­n Benito Valdejuli que ejercГ­a, a la vez, las funciones de Secretario y Protonotario.

La frecuencia con que vacaba el oficio de sorchantre y el tiempo que permanecía sin cubrirse el cargo, hace suponer cuán escasos serían los apropiados para ejercerlo, hipótesis que confirma la Real Cédula de 18 de diciembre de 1792, incluyendo copia de un oficio del Obispo sobre: "la necesidad de un sujeto instruído en el canto llano que tiene la Catedral para que se informe sobre lo que expresa." [4 - Boletín histórico de Puerto Rico. – Coll y Toste. – Tomo I, página 57.]

Ya por estos mismos aГ±os, segГєn dice otra cГ©dula que, sin fecha ni encabezamiento, existe en el archivo, se solicitaba la asignaciГіn de $50 para un profesor de solfeo y canto, a fin de instruir un nГєmero de niГ±os que ayudasen a solemnizar las festividades.

Esto, unido a la carencia absoluta de bandas militares, pues al organizar el mariscal de campo, gobernador en 1765, Don Domingo de O'Reilly, el batallГіn denominado El Fijo, solamente lo dotГі de dos pГ­fanos y dos tambores, nos hace sostener la creencia de que el arte musical estaba completamente, en paГ±ales, al finalizar el siglo XVIII, teniendo por Гєnicas manifestaciones, la mГєsica religiosa (circunscrita a los servicios de la catedral, conventos de frailes y alguna que otra parroquia de la isla) y la de baile, sin que podamos informar la forma en que Г©sta se producГ­a.




CAPГЌTULO II.

1800-1858


El grito de independencia lanzado por las colonias españolas de Centro y Sur América, al empezar el siglo XIX, hizo que el gobierno español reforzara la guarnición de Puerto Rico, destinando un regimiento de línea[5 - Según referencias, se denominaba "de Asturias."] con banda de música, que debió arribar a San Juan en la primera década del siglo, ya que al verificarse, el 24 de julio de 1812, la proclamación de la Constitución de Cádiz, en la Gaceta de Puerto Rico del 29 de julio de 1812, No. 27, Vol. 7,[6 - Boletín histórico de Puerto Rico. 1er. cuaderno del tomo II. – Coll y Toste. – 1915.] se cita, por dos veces, a la música del regimiento de línea, solemnizando las fiestas.

Dicha banda, sin que estuviese constituГ­da por artistas, ni la Г­ndole de sus trabajos formasen escuela, vino a ser un nuevo elemento en el desarrollo del arte musical.

Durante las guerras de las colonias, se estableciГі una gran corriente de inmigraciГіn hacia esta isla, que llegГі a su mayor incremento cuando, en el aГ±o 1821, se emancipГі Venezuela.

De Costa Firme, como se la llamaba tambiГ©n, vinieron a Puerto Rico un gran nГєmero de familias, muchas de ellas ricas, ilustradas y cultivadoras de la mГєsica; y un nuevo regimiento de lГ­nea, creo que el de Granada, con su mГєsica, constituyГі, con el de Asturias, fijo de artillerГ­a, la compaГ±Г­a de caballerГ­a y las milicias, la guarniciГіn militar de toda la isla.

Las bandas, entonces, estaban organizadas con el instrumental antiguo en que, el figle y el serpentГіn, ocupaban el puesto del bombardino y bajo modernos; las trompas y clarines eran "de manos", es decir, que la escala de sus sonidos se producГ­a por la mayor o menor introducciГіn de la mano en la campana del instrumento, lo que hacГ­a muy difГ­cil la ejecuciГіn; los trombones eran de barras en vez de pistones y el total de instrumentos no pasaba de 20 a 22, incluyendo los de percusiГіn.

La mГєsica recreativa empezГі a tener mayores exponentes que los del gГ©nero bailable, pues las bandas que acostumbraban a solemnizar las misas de tropa, dejaban oir, durante ellas, trozos de mГєsica un poco mГЎs selecta que la, hasta entonces generalmente conocida.

Los bailables, cuya procedencia era completamente espaГ±ola, predominando la contradanza de figuras, se aumentaron con el danzГіn de ritmo monГіtono e insulsa melodГ­a, que importado de Venezuela, tomГі carta de naturaleza riqueГ±a, siendo el origen de nuestra danza actual.

En la parte religiosa, no hubo notable modificaciГіn, pues, oficialmente, en la Catedral continuaba el cabildo haciendo los nombramientos de organista y sorchantres.

Como organista, siguiГі reeligiГ©ndose a Domingo de Andino (nombrado por primera vez en diciembre de 1769) hasta el aГ±o 1819, en que, segГєn acta del 12 de diciembre de 1818, el cabildo acordГі "que, en atenciГіn a estar ya imposibilitado para ejercer la profesiГіn (tenГ­a 80 aГ±os) y haber pasado mГЎs de sesenta aГ±os en el servicio de la iglesia, se le jubilase con una pensiГіn anual de 180 pesos, y que se le proporcionase otro mГєsico de canto llano y figurado para que le asistiese a tocar el Гіrgano en todas las misas de rГєbrica y en las demГЎs que hayan, consignГЎndole, por estos servicios, 300 pesos anuales."

Los sorchantres fueron: en 1800, Francisco RodrГ­guez ColГіn; en 1801, Don Francisco CarbaГ±Гіn, interino hasta nuevo acuerdo, que recayГі en el fraile domГ­nico, Francisco Riesco al que se le aumentГі el salario hasta completarlo en 100 pesos.[7 - La minuta no dice si ese estipendio era anual o mensual. Antes tenГ­a la asignaciГіn de 32 pesos.] En 1802, Don Juan Nepomuceno XusiГ©n al que sucediГі, en 1803, Don Emigdio de Torres, clГ©rigo tonsurado, con obligaciГіn de ponerse de acuerdo con el canГіnigo Don Juan de Andino, para que le enseГ±ase los tonos necesarios del canto llano y que no se cubriese la plaza hasta la partida de XusiГ©n.

Vacante el cargo en 1804, el clГ©rigo diГЎcono Don Victoriano MartГ­nez, fuГ© nombrado en 1805, desempeГ±ando el cargo hasta el 1810 en que designaron, interinamente, al tonsurado, Don Cayetano Pastrana, quien la sirviГі hasta el 1811.

Aumentadas a dos, en 1812, las plazas de sorchantres, Don Juan Vicens ocupГі la de 1Вє y Don JosГ© MatГ­as Cuxach la de 2Вє, con 100 pesos de asignaciГіn.

Cuxach desempeГ±aba, a la vez, la plaza de organista, sustituto, pues como titular seguГ­a apareciendo Domingo de Andino, honor especial que quiso conferirle el cabildo hasta su muerte acaecida en 1822.

Desde el 1813 hasta 1824, en que falleciГі, continuГі de organista, sustituto y en propiedad, Don MatГ­as Cuxach. Don Juan Vicens seguГ­a siendo el primer sorchantre, teniendo por segundo, en 1824, a Miguel Sandoval.

Muerto Cuxach, en 1825 ocupГі la plaza de organista Don JosГ© MarГ­a Benigno FreijГі. Era en este aГ±o sorchantre 2Вє Don RamГіn Girona.

Don Juan Vicens sirviГі el cargo de organista, en calidad de interino, a la muerte del anterior, nombrГЎndosele en propiedad, hasta el 1830 en que falleciГі.

Desde 1826 hasta 1830, figuraron como sorchantres, RamГіn de Soto, Don Isidoro MartГ­ y Don RamГіn SegnГ©.

En la década del 40, el cultivo de la música debió de adquirir mayor impulso, pues así lo hace suponer la existencia de algunos pianos o clavicordios, en San Juan, y el haber sido terminado el teatro (el actual municipal en su estructura antigua) que empezó a edificarse en el 1823, a iniciativas de la Real Sociedad Económica de Amigos del País,[8 - La Real Orden, aprobando los estatutos, tiene fecha 2 de julio de 1814. – Coll y Toste. —Boletín Histórico.– 1914.] organismo que contribuyó poderosamente al desarrollo económico, social e intelectual de Puerto Rico. Los músicos mayores y partes principales de las bandas de música contribuyeron mucho al fomento de la enseñanza musical.

Entre aquГ©llos, figurГі, en primera lГ­nea, Don JosГ© ГЃlvarez, mГєsico mayor del Regimiento de Granada, y que despuГ©s pasГі con igual cargo, al de CataluГ±a, cuando Г©ste y el de Antequera, relevaron a los de Asturias y Granada.

Don JosГ© ГЃlvarez debiГі poseer buenos conocimientos de mГєsica, a juzgar por los discГ­pulos que obtuvo, entre los que sobresalieron sus hijos Mauricio y HermГіgenes, Don Felipe GutiГ©rrez y Juan InГ©s Ramos.

AdemГЎs de ГЃlvarez, por entonces ya figuraban como profesores de violГ­n, Don Victoriano JuГЎrez (1838) y Mr. Wainet, violinista y compositor francГ©s, que, del 40 al 50, viviГі en San Juan.

Como organistas, fueron nombrados: de 1831 al 32, Don Manuel Benigno FreijГі, y, en 1833, Don Isidro MartГ­, (interinamente) que era uno de los sorchantres. DespuГ©s fuГ© designado Don JosГ© Bermejo Iturriaga (1834) quien sirviГі el oficio hasta su muerte, acaecida en 1848, sustituyГ©ndole, desde entonces, hasta el 1858, en que termina este capГ­tulo, Don Domingo Delgado, compositor de mГєsica religiosa de mucho mГ©rito, que desde 1846 venГ­a sirviendo la plaza de segundo sorchantre y la de organista sustituto, con la sola retribuciГіn de 25 pesos por mes y sin ovenciones. Tan escasa retribuciГіn motivГі una peticiГіn que hiciera el padre Delgado, al cabildo, en que manifestaba: "que, haciendo diez aГ±os que venГ­a sirviendo dos cargos sin mГЎs estipendios que los de 25 pesos, suplicaba se le aumentase el sueldo o le seГ±alasen ovenciones", peticiГіn que fuГ© atendida aunque no consta en el acta en quГ© forma.

Desde el 1831 hasta el 36, Don Isidro MartГ­ era el primer sorchantre y Don RamГіn SegnГ©, el segundo. Muerto MartГ­, en 1836, SegnГ© ocupГі el primer puesto, designГЎndose a Don Domingo Delgado para el segundo, siendo Г©ste sustituГ­do, en 1848, por Don Domingo de Villanueva, al que sucediГі JosГ© Bey, desde 1851 hasta el 54 en que la ocupГі Vicente MartГ­nez, permaneciendo como tal hasta 1858.

Desde el 1840, el cultivo de la música se extendió considerablemente, predominando la afición al estudio de los instrumentos de cuerda, incluso el arpa, aumentándose la importación de pianos. Los músicos mayores de los regimientos de Antequera, Granada e Iberia (este último fué agregado a la guarnición) así como el del batallón de Artillería, (este organizó su banda, según referencias, en 1849) que después fueron sustituídos por los de Cádiz, Madrid y Valladolid, eran músicos de gran competencia, algunos extranjeros como Luigini, concertista de cornetín, que murió en la guerra de Santo Domingo; Don Carlos Allard, flautista afamado y hermano de Don Delfín, director, entonces, del Conservatorio de París, cuya escuela de violín todavía se enseña en la Isla, y Don Rosario Aruti, buen armonista y compositor.[9 - Aunque al reorganizarse en 1841 el cuerpo de Artillería, en el cuadro de oficiales y demás clases del batallón, no figuraban más que un cabo y ocho tambores, más cuatro soldados aprendices de tambor. —Boletín histórico de Puerto Rico. Pág. 163 del tomo II. – Coll y Toste. – 1915. – por referencias de buen origen podemos afirmar, que al poco tiempo se organizó, con fondos del cuerpo, la banda de música, siendo Don Felipe Costas el primer músico mayor, sustituyéndole poco después Don Rosario Aruti, que había llegado a la Isla como maestro director y concertador de una compañía de Opera.]

El modo de ser polГ­tico-social de la Г©poca, hacГ­a que las clases mГЎs elevadas de la sociedad no desdeГ±asen el cultivo de la mГєsica, pudiГ©ndose decir, que en ellas estaban vinculadas la mayor parte de las manifestaciones del arte. Familias enteras, como las de Santaella, Oller, Paniagua, Montilla, Cabrera, MartГ­nez Aparicio, Martorell, Vassallo, Ginorio, Otero, Lago, DueГ±o, Geigel y otras mГЎs de toda la Isla, al arte dedicaban su mГЎs preferente atenciГіn.

Desde el aГ±o 42, empezaron a visitar el paГ­s artistas de mГ©rito y algunas compaГ±Г­as de Гіpera, siendo la primera, la que trajo el seГ±or Stefano Busatti, en la que figuraba como soprano, la seГ±ora Giovanini y como tenor, Don FГ©lix Astol autor de la Borinquen, danza que por el pueblo es considerada como el himno portorriqueГ±o, por haber hecho su apariciГіn en la Г©poca de la insurrecta de Lares y haberse adaptado a la mГєsica una letra con pensamientos separatistas.

No era solamente en San Juan en donde progresaba el arte; tambiГ©n en la Isla tenГ­a buenos cultivadores.

En Arecibo se estableciГі en 1840, como profesor de mГєsica, Juan InГ©s Ramos, clarinete que fuГ© de la banda del batallГіn de CataluГ±a, obteniendo alumnos aventajados, como lo fueron sus hijos Heraclio y Federico, y el diletante Don JosГ© MarГ­a Lago, que como clarinetista alcanzГі gran renombre.

En Aguadilla, el pianista, compositor alemГЎn, Mr. Mello; en MayagГјez el farmacГ©utico Don Rufino RamГ­rez (discГ­pulo en ParГ­s, del gran maestro de violГ­n Mr. Beriot, profesor del Conservatorio); en Ponce, Don Antonio Egipciaco; Don Ignacio Otero en Humacao; Don JosГ© ГЃlvarez (ex-mГєsico mayor del Regimiento de CataluГ±a) en Caguas, donde fijara su residencia; en ManatГ­, Don Pedro JosГ© Vega, mГєsico principal que fuГ© de la banda del Regimiento de Antequera, fueron, entre otros, los que encauzaron el temperamento artГ­stico de los portorriqueГ±os por las sendas del estudio y del buen gusto.

La influencia del sentimiento religioso que entonces predominaba, hizo que este gГ©nero atrayese mГЎs principalmente, la atenciГіn artГ­stica y, tal vez, por eso mismo fuГ© que el arte alcanzГі despuГ©s tanto desarrollo, pues no hay nada como la fГ©, como el ideal y el cultivo de los nobles sentimientos humanos para impulsar las artes.

El organista de Catedral, presbГ­tero Don Domingo Delgado, fuГ© el primer maestro compositor que creГі, en el paГ­s, un bellГ­simo reperto rio de mГєsica sacra, que en su mayor parte poseemos. A Г©l sigue, y suponemos fuera su discГ­pulo de composiciГіn, el que despuГ©s ha sido el mejor maestro compositor sagrado que ha producido el paГ­s, Don Felipe GutiГ©rrez y Espinosa, que fuГ© mГєsico mayor del Regimiento de Iberia, y, mГЎs tarde, Maestro fundador de la Orquesta de Capilla de la Iglesia Catedral.

Al finalizar los lustros de que venimos hablando, siendo Gobernador de la Isla el General seГ±or Conde de Mirasol, se constituyГі, en la capital, una sociedad titulada La FilarmГіnica de la que fueron los mГЎs entusiastas sostenedores, D. MartГ­n SalavarrГ­a, D. MartГ­n Travieso y la familia Montilla. Su principal objetivo era fomentar las artes y, especialmente, la mГєsica. TenГ­a su domicilio en la calle de la Cruz, casa en donde se encuentra hoy establecido el Colmado Central y la que todavГ­a se designa con el nombre La FilarmonГ­a.

Dicha sociedad puso en escena, en el Teatro, a los pocos meses de haberse estrenado en Madrid, la bella zarzuela del maestro Arrieta, El DominГі Azul, con tan buen Г©xito, que despuГ©s acometiГі obras de mayor empeГ±o.

Y, en efecto, a los pocos meses estrenГЎbase la Гіpera en tres actos, letra de Don Alejandro Tapia y mГєsica de Don Felipe GutiГ©rrez, titulada Guarionex, con el siguiente reparto:








Los coros y partiquinos estaban desempeГ±ados por jГіvenes aficionados, de la mejor sociedad, alcanzando un gran Г©xito dicha obra y repitiГ©ndose, por varias veces, su representaciГіn.

La FilarmГіnica tuvo, por largo tiempo, vida robusta, dando a conocer obras de autores y asuntos nativos, como El Amor de un Pescador, Гіpera en dos actos del maestro GutiГ©rrez, hasta que despuГ©s, el General la Pezuela, al fundar la Academia de Buenas Letras, la hizo incorporar a esta InstituciГіn.

El gГ©nero bailable que, a principios del siglo, tenГ­a poco sabor criollo, con motivo de las tГ­picas fiestas de San Juan, fuГ© tomando tintes mГЎs regionalistas, pues venГ­an de los pueblos comarcanos, orquestas jГ­baras constituГ­das por trovadores y afamados tocadores de tiple, cuatro y bordonГєa, que hicieron conocer y apreciar las bellezas de sus cantos titulados DГ©cimas, Caballos, Coplas, asГ­ como del caracterГ­stico Vals JГ­baro y Seis Chorreao.[10 - SegГєn el doctor Don Cayetano Coll y Toste, el nombre de Seis Chorreao procede de que, siendo la sexta figura de la contradanza la Гєnica en que las parejas se enlazaban para dar vueltas vertiginosas, de ahГ­ aplicaron los jГ­baros el nombre a su caracterГ­stico baile.]

Caguas era el pueblo en donde el canto regional estaba mejor integrado, no tan sГіlo por la pureza del gГ©nero, en cuanto a la inspiraciГіn y variedad, sГ­ que tambiГ©n por contar con los mejores tocadores de tiple y cuatro. El jГ­baro CalderГ­n, nos ha referido don Mauricio ГЃlvarez, era un concertista en el tiple y la bordonГєa. En 1851, ya habГ­a en Caguas una magnГ­fica orquesta dirigida por Don JosГ© ГЃlvarez y de la que formaban parte, entre otros, Don JosГ© Ildefonso Latorre, 1er. violГ­n, y como voces, el escribano Don JesГєs CalderГіn, Don Saturnino ColГіn y Don Fulgencio Mercado; la orquesta tenГ­a dos trompas.

DespuГ©s de la CompaГ±Г­a de Busatti, vino un cuadro de Гіpera que dirigГ­a el barГ­tono Vita, y, poco despuГ©s la gran CompaГ±Г­a de Stefanelli.

La primer compaГ±Г­a de Zarzuela que visitГі la Isla fuГ© la de Blen, siendo su Maestro Concertador el seГ±or Conde, dando a conocer (en 1858) las zarzuelas Los Madgiares, Juramento, Jugar con fuego y Los Diamantes de la Corona. Esta compaГ±Г­a fuГ© la que inaugurГі el teatro La Perla de Ponce.

AdemГЎs, venГ­an con frecuencia, como hemos dicho antes, artistas de fama que recorrГ­an la Isla dando conciertos. En 1852, la cГ©lebre diva Adelina Patti, que aГєn vive, y el no menos afamado pianista Goltschalk, dieron una serie de recitales en los que tomaban partes elementos artГ­sticos de la alta sociedad, como la seГ±ora Kortright, de ManatГ­, que era una buena arpista, y la seГ±orita Isabel Oller, de San Juan, cuya bien timbrada voz de soprano ligera, en nada desmerecГ­a a la de la Patti, en aquella Г©poca, cuando cantaban a dГєo trozos de Гіpera.

La mГєsica di camera, tenГ­a tambiГ©n sus cultivadores. En algunas casas particulares, como las de Don Aurelio DueГ±o, Don Manuel MartГ­nez Aparicio, Don Felipe Hecht y otros extranjeros, se rendГ­a culto al cuarteto clГЎsico.

El pueblo tenГ­a como expresiГіn musical, las canciones a una y dos voces y la danza o danzГіn al que casi siempre le aplicaban letra, si bien Г©sta era mГЎs bien adaptada a la mГєsica, despuГ©s de oirse esta, y los temas carecГ­an de interГ©s.

La cultura general del paГ­s, a la mitad del siglo XIX, se manifestaba ya de una manera tan satisfactoria, considerando el corto nГєmero de aГ±os de haber sido iniciada, que el Gobierno fuГ© el primero que se interesГі para darla a conocer.

Dos hechos importantГ­simos vinieron a patentizar el desarrollo que el arte iba adquiriendo.

Fué el uno, la celebración, en 1854, siendo capitán general de la Isla, Don Fernando de Norzagaray, de la primer Feria-Exposición. Entre los muchos premios consignados para las exhibiciones agrícolas, industriales y profesionales, los había también para las artísticas, habiendo obtenido la medalla de plata, premio de música, el joven pianista arecibeño (sólo contaba 18 años) Adolfo Heraclio Ramos, por una fantasía con variaciones para piano sobre La Polka Favorita de Jenny Lind.[11 - Jenny Lind fué una famosa cantante inglesa. – F. C.]

El otro lo constituyГі la creaciГіn, por el Rev. Obispo de la DiГіcesis, Fray Pablo Benigno CarriГіn, de la orquesta de Capilla de Catedral, en el aГ±o de 1858, con la siguiente organizaciГіn:








Para la inauguraciГіn compuso Don Felipe GutiГ©rrez una misa en Do, que todavГ­a se toca en algunas iglesias.




CAPГЌTULO III.

1858-1898


A partir del aГ±o 1858 en que termina el relato del capГ­tulo anterior, el arte musical siguiГі evolucionando en crescendo.

La enseГ±anza del piano tenГ­a carГЎcter de escuela determinada, contando con buenos profesores, en su mayor parte catalanes, que en distintas poblaciones de la Isla iban obteniendo discГ­pulos de mГ©rito.

Don Juan Cabrizas, en San Juan, que trasmitГ­a con propiedad sus amplios conocimientos, aunque, como todos los de la Г©poca y hasta poco despuГ©s de la venida de TavГЎrez, y Toledo, seguГ­a la escuela francesa, e italiana en los mГ©todos de enseГ±anza, obtuvo muy buenos discГ­pulos como entre otros TavГЎrez, Gonzalo NГєГ±ez, Gerardo Soler y la Srta. Inocencia CaparrГіs.

En MayagГјez, que por entonces, era una de las poblaciones de mayor cultura intelectual y social, pues su riqueza, no vinculada como hoy en pocas manos, permitГ­a a muchas familias viajar por el extranjero y EspaГ±a, en cuyas principales capitales quedГЎbanse educando muchos jГіvenes, tenГ­a la mГєsica muy buenos cultivadores, no solamente entre las clases mГЎs altas, si que tambiГ©n en el pueblo, de cuyas aptitudes logrГі obtener, el connotado maestro de mГєsica, Don JosГ© Antonio Gaudier, catalГЎn, alumnos de mГ©rito, que como los Nadal, RamГ­rez, Freyre, Casanova, DefillГі, Brito, Mesorana y otros, ocuparon, ya como dilettantes, ya como profesionales, puestos de honor artГ­stico. Todos los hijos del Sr. Gaudier poseyeron conocimientos no superficiales de mГєsica, aunque no los utilizaron como profesiГіn por haberles podido dar su Sr. padre, carreras literarias o cientГ­ficas, cosa imposible hoy para quien solamente tenga por entradas los estipendios de la profesiГіn.

En Aguadilla, el maestro alemГЎn Mr. Mello, cimentГі la aficiГіn a la buena mГєsica y estudio del piano, a juzgar por sus discГ­pulos meritГ­simos, como los Amell, MГ©ndez, CarvanГЎ y otros.

En Ponce, Egipciaco, Pedro Gabriel Carreras, Ernesto del Castillo, Forns, Pasarell y otros que no recordamos. En Arecibo, Heraclio Ramos; y Guillen, Felipa Andino, Eduardo Cuebas, Ignacio Otero, la familia Tizol, mГЎs principalmente los hermanos Manuel, JosГ© BelГ©n y Eusebio, GutiГ©rrez, Callejo, MontГіn, Aruti, Arcas, Valero y algunos de mayor o menor talla, se dedicaban, con ahinco y provecho, a la enseГ±anza en San Juan y pueblos de la isla.

Las Ferias-Exposiciones continuaban y aunque nos ha sido imposible, a pesar del interГ©s con que los hemos solicitado, obtener datos oficiales a ellas referentes, el Dr. D. Cayetano Coll y Toste, actual historiador de Puerto Rico, nos afirma, que en la de 1860 obtuvo Heraclio Ramos, medalla de oro por unas Variaciones para Piano sobre motivos del Carnaval de Venecia.

A principios de 1865, los seГ±ores GutiГ©rrez, Callejo y MelГ©ndez constituyeron en la Capital una sociedad artГ­stica que fuГ© muy beneficiosa para el arte y para los mГєsicos.

Lo fuГ© para el arte, porque integrada la orquesta por los mejores instrumentistas de entonces y dotada, aunque en proporciГіn relativa, del personal requerido para la gran orquesta, estaba en condiciones para servir, sin elementos de afuera, a las compaГ±Г­as de Гіpera que con frecuencia visitaban la Isla, ensayГЎndose, a la vez, en la interpretaciГіn de algunas obras clГЎsicas, ya que, entre el lote de partituras que tocara a nuestro padre cuando se disolviГі la sociedad, y que todavГ­a conservamos, estaban las sinfonГ­as de Beethoven, impresas y orquestadas en ParГ­s, para gran orquesta. AdemГЎs fuГ© un acicate para que el genio musical de GutiГ©rrez se produjera en todos los gГ©neros, pero mГЎs especialmente en el religioso y sinfГіnico.

Para los mГєsicos fuГ© utilГ­sima la sociedad, porque con la selecciГіn y competencia, el estГ­mulo les hacГ­a estudiar, a parte de que con la secciГіn benГ©fica de aquГ©lla, obtuvieron, en mГЎs de una ocasiГіn, eficaz auxilio, cuando las enfermedades o desgracias de la vida, afligГ­an sus hogares.

Uno de los actos en que la sociedad tomГі parte activa fuГ© al secundar la iniciativa de D. Aurelio DueГ±o, para celebrar en 1865 la festividad de Santa Cecilia, patrona del arte dentro de las creencias catГіlicas.

Dicha festividad, mГЎs artГ­stica que religiosa, fuГ© un gran exponente del estado de progreso en que se encontraba el arte en toda la Isla, pues de la mayor parte de los pueblos acudieron los mejores mГєsicos para integrar la orquesta que debГ­a solemnizar los nГєmeros del programa.

Este se componГ­a, entre otros, de: Gran Retreta militar en la noche del 21 de noviembre; Misa solemne, el dГ­a 22, en la Iglesia de San JosГ©, y en la noche de ese dГ­a, CertГЎmen Musical en el Teatro, seguido de un concierto vocal-instrumental.

Del CertГЎmen nos ocupamos en la secciГіn correspondiente, y en cuanto a la festividad religiosa, en ella se estrenГі la Gran Misa compuesta para el certГЎmen por GutiГ©rrez, y que obtuvo el primer premio, cuya partitura ponemos a la disposiciГіn de los peritos que deseen examinarla; la que, segГєn Braulio DueГ±o ColГіn, que la oyГі ejecutar, es una de las mejores obras del maestro GutiГ©rrez, sobre todo el Credo, que despuГ©s de haber sido ensayado con esmero no pudo ejecutarse, por cuestiones de rГєbrica en la liturgia de la Iglesia.

Las bandas militares de la guarniciГіn constituГ­das por los batallones de CГЎdiz, Madrid, Valladolid y ArtillerГ­a, asГ­ como la del de Puerto Rico que se organizГі al final de esta dГ©cada, daban semanalmente, jueves y domingos, retretas en la plaza de armas, en las que ejecutaban los mejores nГєmeros de las Гіperas italianas y francesas, mГЎs en boga por entonces, no en forma de selecciones, como ahora, sino tal como aparecГ­an en las partituras originales.

En muchas casas particulares continuaba el culto por la mГєsica di camera, como en las de Hecht, MartГ­nez y Arricruz.

En BayamГіn, Don Sandalio Callejo estableciГі en 1870, una academia de mГєsica, en la que se daban estudios severos y completos de teorГ­a, solfeo y mecanismo elemental de los instrumentos. De ella salieron, entre otros, Pedro ArcГ­lagos que despuГ©s ha figurado y figura aГєn, prestigiosamente, en el extranjero.

Las orquestas de Iglesia y de baile mГЎs renombradas y que contГ­nuamente eran solicitadas de la Isla para solemnizar las fiestas patronales, eran las de Callejo, Esturio, (DamiГЎn) y SegnГ©. (De Г©sta formaba parte el popular barbero Rufo Mojica). Por entonces fuГ© que JuliГЎn Andino, compuso la danza "La Margarita" en la que sustituyГі el antiguo tango del acompaГ±amiento por el de tresillos, que aunque grandemente reformado, todavГ­a se estila.

Del 1870 al 1880, nuevas manifestaciones artГ­sticas contribuyeron a los progresos del arte.

FuГ© una de las primeras, la Academia de MГєsica creada por el Municipio, en 1871, por iniciativa de Don Felipe GutiГ©rrez.

Algo laboriosa fué la tramitación del expediente, del que vamos a hacer lijera reseña por datos documentados.[12 - Legajo 57. – Expediente No. 33, del archivo Municipal de San Juan. 1871-1877.]

En 26 de enero de 1871, Don Felipe GutiГ©rrez, cumplimentando las leyes de entonces, solicitГі del Gobierno General permiso para establecer una academia de mГєsica. La peticiГіn fuГ© favorablemente endosada por el Secretario del Gobierno y remitida al Ayuntamiento, que concediГі la autorizaciГіn.

Posteriormente, en mayo 16 del mismo aГ±o, elevГі GutiГ©rrez otra instancia al Gobierno, para que se le seГ±alase una subvenciГіn, siquiera para cubrir los alquileres de casa y material artГ­stico, ya que la academia contaba con mГЎs de 360 alumnos y como local, utilizaba el de la Academia de pintura, subvencionada por el Municipio, y que generosamente le cedГ­a de noche, su buen amigo, el director de aquella, y afamado pintor Frasquito Oller.

El secretario del Gobierno General, Don Francisco Izquierdo, el 19 de mayo remitГ­a la instancia al Ayuntamiento, recomendando la subvenciГіn, y este en su primer sesiГіn designГі a los regidores Don J. Eustaquio Cabrera y Don Pedro de Menchaca, para que, en comisiГіn, informasen.

El Secretario Municipal, Don Federico Asenjo, mandГі la copia del acuerdo a los comisionados, con fecha 7 de junio, y Г©stos lo devolvieron, informado de acuerdo con la peticiГіn, el 11 de septiembre. Al siguiente dГ­a, 12 de septiembre el Municipio, reunido en sesiГіn ordinaria, denegГі la recomendaciГіn que los comisionados hacГ­an, de pagarse lo pedido con cargo al fondo de loterГ­as, por estar ya agotados los mismos, acordando, sin embargo, que se aplazase la resoluciГіn, hasta que se encontrase la forma de poder incluir la partida en el presupuesto general de gastos para 1872. AsГ­ lo hicieron, comunicando al Maestro GutiГ©rrez, que desde enero de 1872 se le concedГ­a la subvenciГіn de 50 pesos mensuales para casa y 10 pesos para material, los que percibirГ­a del fondo de loterГ­as, seГ±alГЎndosele un mГ­nimun de 60 alumnos y que las matrГ­culas serГ­an hechas por el Secretario del Municipio.

AsГ­ continuГі la academia hasta el 30 de marzo de 1874, en que hubo de cerrarse, porque la subvenciГіn fuГ© retirada, a causa de haber pasado la loterГ­a a poder, y como renta propia, de la DiputaciГіn Provincial.

En 1877 varios vecinos de San Juan elevaron al Ayuntamiento distintas peticiones para que se restableciese la Academia, pero fueron todas denegadas por falta de fondos.

En 1876, el Municipio y la DiputaciГіn subvencionaron con 1,000 pesos al Maestro GutiГ©rrez para que se trasladase a Europa a visitar la exposiciГіn de Viena, y despuГ©s a ParГ­s con el fin de que a la par que se diese a conocer, ampliase sus conocimientos artГ­sticos. El viaje fuГ© de poco provecho, pues el temperamento artГ­stico del maestro estaba desarrollado y saturado de un ambiente completamente distinto, y su edad y dolencias no le permitГ­an dedicarse a nuevos estudios. De todos modos fuГ© una especie de premio que tГЎcitamente quiso darle el Gobierno por su labor incesante y fecunda como maestro compositor.

La DiputaciГіn Provincial estableciГі en 1875 una clase de mГєsica en el asilo de Beneficencia designando como profesor al maestro italiano Don Rosario Aruti. Muerto Г©ste en 1878 le sucediГі en el cargo Don Sandalio Callejo hasta su muerte, acaecida en 1883 (16 de junio). Obtuvo el cargo Don Jaime Bastard Tizol, joven mГєsico, que prometГ­a y que a los pocos meses, tambiГ©n muriГі, nombrГЎndose entonces a Don Francisco Verar quien lo desempeГ±Гі hasta el cambio de nacionalidad, 1898.

Don Sandalio Callejo fuГ© el primer director que en la clase de mГєsica del Asilo estableciГі la enseГ±anza de los instrumentos de cuerda, organizando una orquesta para los cultos de la Capilla del establecimiento, llevando, asimismo, a muchos asilados mГєsicos, a la Banda del 1er BatallГіn de Voluntarios, de la que era mГєsico mayor, para que practicasen en ella, algunos de los que despuГ©s han ocupado puestos de honor en las bandas y orquestas de la Isla.

Durante esta dГ©cada tres buenas orquestas religiosas se disputaban la supremacГ­a. La de Catedral, dirigida por GutiГ©rrez; la que bajo la direcciГіn del competente maestro, compositor y organista, Don Gregorio Ledesma, establecieron los PP. Jesuitas en la Iglesia de San JosГ©; y la de la parroquia de San Francisco que dirigГ­a Callejo.

Ellas no solamente interpretaban las obras religiosas de Delgado, GutiГ©rrez, DueГ±o, Ledesma, Callejo y otros, sino que dieron a conocer muchas de Mercadante, MinГ©, Miller, Calahorra, Caballero, Solis y otros autores espaГ±oles y extranjeros, de mГєsica sagrada. Y como era costumbre finalizar las grandes salves y misas, tocando mГєsica sinfГіnica, las mejores oberturas de Гіpera y algunos tiempos de sinfonГ­as clГЎsicas eran tambiГ©n interpretados por dichas orquestas.

La Isla fuГ© visitada en esta Г©poca por un buen nГєmero de compaГ±Г­as de Гіpera y zarzuela, recordando, entre las primeras a la de Petrilli (1877) en la que figuraba como soprano la seГ±ora D'Aponte; Tenor, Sr. Baccei; BarГ­tono, Petrilli y Bajo, La Torre; otra en que venГ­a de maestro, el seГ±or Frenchel, 1879, y entre los artistas principales, Ida Visconti, soprano. La Mercanti, contralto; Baccei, tenor; Mari, barГ­tono, aunque en algunas ocasiones, como en el "Fausto" hacГ­a el papel de MefistГіfeles, bajo; y la que en 1880 se organizГі en Ponce, siendo el empresario Don Alfredo Casals, en la que vino de Soprano la que despuГ©s ha sido artista mundial, la cГ©lebre Eva Tetrazzini; de tenores, Rosnati y Varoncelli, Viganotti de barГ­tono, no pudiendo recordar el nombre del bajo. Entre las de zarzuela la memoria nos recuerda a la de CarratalГЎ, que fuГ© muy aplaudida y otra en que venГ­a de tiple la afamada Hueto.

DespuГ©s de la muerte, (en 1856) del organista de Catedral Don Domingo Delgado, la plaza fuГ© servida, interinamente, por los sacerdotes mГєsicos, seГ±ores Herrera, cubano y Cabrera, portorriqueГ±o, hasta que con motivo de la creaciГіn de la orquesta de Capilla, se acordГі por el Cabildo, que la plaza de organista se cubriese por oposiciГіn, siendo el primero, que asГ­ la obtuvo, Don Gregorio Ledesma, aragonГ©s, mГєsico compositor de mГ©rito, que habiendo sido desterrado de EspaГ±a, por causas polГ­ticas (era carlista) aquГ­ constituyГі definitivamente su hogar, despuГ©s de haber cumplido en el ejГ©rcito, el castigo impuesto, y del que fuГ© indultado al poco tiempo. Sus hijos, MatГ­as y Pepe, han sido portorriqueГ±os, cuya memoria (pues ambos han fallecido) se recuerda honrosamente.

Al morir Ledesma, fuГ© nombrado Don LuГ­s Rengel, en calidad de interino, sirviГ©ndola asГ­ por mГЎs de ocho aГ±os, hasta que al verificarse las oposiciones, la obtuvo, en buena lid, el connotado maestro AgullГі, que permaneciГі como tal hasta el cambio de nacionalidad. Las plazas de sorchantres que habГ­an sido aumentadas a cuatro, las cubrГ­a, por designaciГіn, el Cabildo. Uno de los que recordamos, que sirviГі la plaza hasta que la Iglesia fuГ© separada del estado con el cambio de rГ©gimen, fuГ© Manuel JordГЎn, que todavГ­a vive dedicado a la profesiГіn de cantor e instrumentista.

En la misma forma de oposiciГіn fueron cubriГ©ndose las vacantes de la orquesta de Capilla, aunque de momento se nombraban algunos interinamente, ocupando las plazas con ese carГЎcter hasta que se llamaba a oposiciones.

En las celebradas en 1880, cuyo jurado lo formaban los maestros GutiГ©rrez, Toledo y Valero, (Don JosГ©), mГЎs dos canГіnigos y el Dean como Presidente, fueron adjudicadas las siguientes plazas:






Примечание 1[13 - En esta designación se cometió una gran injusticia, pues Sergio Lecompte era un violinista de la talla artística de Andino, y muy superior, musicalmente, a Rendón, que como violinista estaba conceptuado como el mejor, para ocupar la cabecera de los segundos violines en una orquesta y que solamente pudo presentar ante el jurado, como méritos superiores a los de Lecompte, el haber servido la plaza interinamente durante largos años. El mismo Rendón reconocía la superioridad de Lecompte como violinista. – F. C.]



DespuГ©s en otras oposiciones, muerto RendГіn, pasГі Lecompte al puesto de 2Вє violГ­n, y fueron nombrados, Pepe ParГ­s, trompa, y JosГ© Laza, Bombardino. Las demГЎs designaciones no las recordamos.

La enseГ±anza del piano adquiriГі nuevos rumbos, con el retorno, primeramente, de TavГЎrez, y despuГ©s con la llegada a la Isla de varios maestros, siendo entre Г©stos el mГЎs connotado y al que se debe la implantaciГіn en San Juan de la escuela moderna, Don FermГ­n Toledo.

TavГЎrez se estableciГі primeramente en San Juan, despuГ©s en Caguas y Гєltimamente escogiГі, como domicilio definitivo, la ciudad de Ponce. La llegada de TavГЎrez a esta ciudad coincidiГі con la de muchos jГіvenes ponceГ±os que retornaban de Europa con tГ­tulos acadГ©micos y bastante cultura general, en la que la mГєsica ocupaba puesto prominente, asГ­ como otros amateurs del arte, tambiГ©n de tГ­tulo y posiciГіn econГіmica desahogada, que allГ­ fueron a ejercer sus profesiones.

Entre Г©stos figuraba el doctor Don MartГ­n Corchado, que poseГ­a y cultivaba, como dilettante, una hermosa voz de tenor, Don Olimpio Otero, persona cultГ­sima y de gran influencia en la ciudad del Sur, y otros tantos, como los MarГ­n, Biaggi, Cabrera, Salazar y otros mГЎs, que fueron los iniciadores, por decirlo asГ­, del renacimiento social, intelectual, artГ­stico y polГ­tico de aquella Ciudad, que desde 1870 hasta poco antes de ocurrir el cambio de nacionalidad, figuraba a la portada del progreso portorriqueГ±o.

En San Juan, RamГіn Sarriera, G. de Aranzamendi, Carlos Geigel, GalvГЎn, Pedro Delgado, continuaban la enseГ±anza de la escuela brillante en el piano. Sarriera era el mГЎs connotado, pues ademГЎs de haber obtenido discГ­pulas tan distinguidas como Dolores Iriarte, Josefa y Ramona SicardГі, Matilde Girona y Erma Montoto, dirigГ­a una sociedad de cuartetos, vocal e instrumental, dando frecuentes audiciones en las que se distinguГ­an los cantantes-aficionados, seГ±orita Damiana Ferrer, Sras. Llopis de Goded y Emilia T. de CortГ©s, y los caballeros Pomar, Todd (el actual alcalde de San Juan), Aranda, y San Juan, asГ­ como sus discГ­pulas de piano.

En Arecibo, Heraclio Ramos; su hermano Federico, en Utuado; Alejandro Romero, en ManatГ­; JosГ© MarГ­a Schwartzkoff, en Cayey; Otero y Lino RendГіn, en Humacao; Mauricio y HermГіgenes ГЃlvarez, en Caguas; Canales y CarvanГЎ, en Aguadilla; Espada, en San GermГЎn, fueron, entre otros mГЎs, los encargados de fomentar el arte en los pueblos de la Isla.

La fundación del Ateneo, el 30 de Abril de 1876, sesión preliminar, y, definitivamente, el 29 de junio del mismo año, inauguración oficial,[14 - Boletín Histórico de Puerto Rico.– Año II. – No. 3. – Página 41. – C. Coll y Toste. – San Juan, P. R.] de cuyo centro fué el alma, Don Manuel de Elzaburo, abogado distinguidísimo, vino a contribuir, poderosamente, al desarrollo del arte musical portorriqueño, puesto que, desde el siguiente año de 1877, empezó a celebrar, periódicamente, certámenes artístico-literarios, en los que, seleccionando la clasificación de temas y géneros para las convocatorias, y escogiendo jurados imparciales y competentes, logró fomentar el cultivo de la composición musical, haciendo que los artistas, a los que acogía cariñosamente en su seno, y que, por falta de estímulo, permanecían negligentes o sumidos en la oscuridad, sacudiendo la especie de parálisis que les atrofiaba, y poniendo en ejercicio sus facultades creadoras, aspirasen a ceñir sus frentes con laureles de glorias. La historia del Ateneo portorriqueño, sobre todo en las páginas correspondientes a los años del 1876 hasta 1898, es una de las más honrosas que puede presentar a las generaciones futuras, el archivo cultural del país.

Don FermГ­n Toledo, connotado maestro de piano y mГєsica, procedente del Conservatorio de Madrid, al trasladar su residencia desde Guayama a San Juan, fuГ© un valiosГ­simo elemento que adquiriГі la Capital, y, sobre todo, el arte.

Toledo, que ademГЎs de su cultura musical, poseГ­ala tambiГ©n social e intelectual, aparte de su carГЎcter, altamente simpГЎtico, tenГ­a una actividad grandГ­sima para todo.

Desde que se estableciera como maestro de piano, se adueГ±Гі de las mejores lecciones de la alta sociedad. ImplantГі, como ya hemos dicho antes, la escuela del conservatorio de Madrid, en el que, a pesar de que alguien lo ha calificado de escuela adocenada, se siguen, estudios, completamente similares a los de ParГ­s, Roma, MilГЎn y demГЎs de Europa, y del cual han salido artistas proclamados como tales, por los mejores centros musicales del mundo, aunque muchos vayan a estudiar a otras escuelas en el extranjero, pues el mero hecho de obtener un diploma o premio en un conservatorio, si el titulado no sigue estudiando, no le permitirГЎ escalar mayores alturas.

Como maestro de piano, Toledo obtuvo discГ­pulas que, en y fuera de Puerto Rico, han sido despuГ©s muy aplaudidas, como, entre otras, que aГєn viven honrando al maestro, MarГ­a Medina de Vasconi, Trina Padilla de Sanz, Leonisa Rius y AsunciГіn Bobadilla.

Pero ademГЎs del piano, tenГ­a grandes condiciones de organizador y director, como lo demostrГі cuando en la noche del 22 de noviembre de 1879, inaugurando la reconstrucciГіn del teatro municipal que acababa de efectuar nuestro competentГ­simo ingeniero Don Tulio LarrГ­naga, actual consejero del Ejecutivo, presentГі al pГєblico de San Juan la gran sociedad de conciertos que en menos de cuatro meses habГ­a organizado y que integrada por los instrumentistas mГЎs valiosos de San Juan, podГ­a hacer acto de presencia musical en cualquier pГєblico inteligente. Los conciertos tuvieron gran aceptaciГіn y la sociedad tuvo vida, hasta poco despuГ©s de haber obtenido la medalla de Oro en la Feria-ExposiciГіn de Ponce, 1882. Toledo al poco tiempo trasladaba su domicilio a New York en donde estuvo por muchos aГ±os al frente de una gran fГЎbrica de pianos y Гіrganos, trasladГЎndose despuГ©s a ParГ­s en cuya gran ciudad se abriГі paso franco, rindiГ©ndosele, a su muerte, el homenaje artГ­stico que mereciГі.

El ambiente de libertad que empezaron a respirar los portorriqueГ±os desde la cГ©lebre revoluciГіn espaГ±ola de 1869, sobre todo durante el tiempo en que fuГ© regida la Isla por el sistema republicano implantado, aunque efГ­meramente en EspaГ±a; el relativo bienestar econГіmico de que disfrutaba el paГ­s por esos aГ±os y la supresiГіn, sino absoluta, por lo menos en gran proporciГіn, del fanatismo polГ­tico-religioso que hasta el 1869 imperaba, no dejaron de influir bastante en el desenvolvimiento del arte musical, pues los compositores, con excepciГіn de GutiГ©rrez, que, a pesar de sus esfuerzos, no pudo cambiar el misticismo de sus concepciones, inspiraban sus producciones en obras completamente mundanas aunque con mayor preferencia en el gГ©nero bailable y regional.

De todos modos, en los certГЎmenes del Ateneo y otros que convocaban distintas sociedades, se presentaban obras de gГ©nero severo, que fueron encauzando el buen gusto y fomentando los estudios, bastante descuidados hasta entonces, de la armonГ­a y composiciГіn.

Las bandas militares, mejoraron muchГ­simo en su organizaciГіn y repertorio y las mismas orquestas de baile se oГ­an con sumo agrado. La danza, en su estructura musical, se elevГі a gran altura con el nuevo estilo melГіdico-armГіnico que introdujera TavГЎrez, y en los campos, las tГ­picas orquestas jГ­baras constituГ­das por el alegre tiple, el bullicioso cuatro, la coquetuela bordonГєa y el animoso gГјiro o guГ­charo, alegrando los bateyes de alturas y sabanas proporcionaban a nuestros pobres pГЎlidos, innumerables horas de alegrГ­a y solaz, ya en los ritornellos de las faenas agrГ­colas, en las fiestas patronales, en velorios y rosarios, ya en los bailes, en los que el seis chorreao era y es para ellos el desideratum de sus placeres coreogrГЎficos.

Aunque al morir TavГЎrez, en julio 1 de 1883, ya Campos era una gran figura musical, su triunfo en la Feria-ExposiciГіn le hizo, con pleno derecho, asumir la direcciГіn general artГ­stica de Ponce, comenzando un perГ­odo de creciente actividad, que despuГ©s de su muerte fuГ© descendiendo hasta casi llegar a un estado de postraciГіn, a pesar de los esfuerzos hechos por Arteaga y mГЎs principalmente por Chavier, Pasarell y PericГЎs.

En la dГ©cada de 1880 a 1890 hay un perГ­odo de tiempo del cual no podemos ocuparnos, por haber residido, desde julio de 1884 hasta fines de 1889, en Madrid y desconocer, en absoluto, el movimiento artГ­stico de entonces, aunque por las referencias que se nos han hecho, nada de notable ocurriГі que merezca citarse.

La llegada a San Juan, en 1887, de los distinguidos pianistas y profesores, Don Celio Rossy, portorriqueГ±o y del seГ±or Segura Villalba, espaГ±ol, fuГ© motivo para que, despuГ©s de haberse apreciado sus altas condiciones artГ­sticas, les secundasen los mejores profesionales de entonces y el pГєblico en general, para la instalaciГіn de un instituto de mГєsica que llegГі a tener vida real durante un aГ±o con bastantes y buenos resultados, pero que, por no cubrir los gastos y no haber sido posible obtener una subvenciГіn oficial, tuvo que cerrarse definitivamente.

Por esa misma Г©poca se estableciГі en MayagГјez el maestro compositor, barcelonГ©s, Don JosГ© GotГіs, director que habГ­a sido de la orquesta del Liceo de Barcelona, el cual, nombrado Director artГ­stico del Casino de MayagГјez, diГі gran impulso a los actos musicales de dicho Centro.

GotГіs ejerciГі como profesor de Canto, ComposiciГіn, Piano y ViolГ­n, sobresaliendo como tal, en nuestro concepto, en la enseГ±anza de la composiciГіn y del violГ­n. Uno de sus mejores discГ­pulos de violГ­n lo ha sido el joven Salvador Castro Casanova, que hasta hace poco tiempo ocupaba puesto prominente en la orquesta del Covent-Garden, de Londres, despuГ©s de haber sido, por muchos aГ±os, violГ­n concertino de la del Yate, de uno de los mГЎs linajudos Lores de Inglaterra.

Muchas fueron las composiciones que el maestro GotГіs hiciera expresamente para el Casino de MayagГјez, sobre todo, overturas y coros. En 1897 falleciГі en San Juan.

En Arecibo, el joven Paco CortГ©s, que despuГ©s adquiriГі gran renombre en ParГ­s con su obra para la escena lГ­rica titulada "Le noit du Noel", ejerciendo la profesiГіn en 1889 organizГі una compaГ±Г­a infantil de zarzuela, que debutГі con "Los Sobrinos del CapitГЎn Grant", obteniendo un gran Г©xito y algunos positivos beneficios que le hicieron realizar su soГ±ado viaje a Barcelona, para proseguir estudios superiores. La DiputaciГіn Provincial le concediГі, con tal objeto, una subvenciГіn durante dos aГ±os.

Al siguiente aГ±o regresaba de ParГ­s y New York para establecerse en Ponce, el Maestro pianista Sr. Julio C. Arteaga, despuГ©s de haber obtenido el primer premio de acompaГ±amiento en el Gran Conservatorio francГ©s. Al poco tiempo, ya era el maestro predilecto de la sociedad ponceГ±a, obteniendo con su plan de enseГ±anza, aventajadas discГ­pulas que en distintas audiciones pГєblicas patentizaron sus grandes adelantos y su correcta escuela de piano. A la vez ocupaba las columnas de los periГіdicos de Ponce con artГ­culos en pro de la cultura musical del paГ­s.

Por este tiempo un nuevo astro apareciГі en el cielo tropical del arte. Nos referimos a la pianista humacaeГ±a Ana Otero, que recorriГі en esmerada tournГ©e artГ­stica las principales poblaciones de la Isla, para obtener recursos con que trasladarse a ParГ­s a completar sus estudios. Los resultados, a la par que gloriosos, lo fueron satisfactoriamente econГіmicos. Dos aГ±os de permanencia en ParГ­s, bajo la direcciГіn artГ­stica del maestro Mr. Fissot, la permitieron ceГ±ir los laureles del triunfo, habiendo sido muy aplaudida en las audiciones que diera en la sala Pleyel de ParГ­s y Palacio de la MГєsica, de Barcelona.

Cuando retornГі a la Isla, mostrГі al paГ­s sus grandes adelantos y se estableciГі en San Juan, abriendo una Academia de Piano de la que salieron afamadas pianistas como Alicia SicardГі, Monsita Ferrer, Carmen BelГ©n Barbosa y Rosa GaliГ±anes, quienes actualmente sostienen, en la enseГ±anza, la buena escuela de piano que les trasmitiera su inolvidable preceptora.

El taller litogrГЎfico que desde 1877 habГ­a establecido la Imprenta del BoletГ­n Mercantil, permitiГі a muchos compositores dar a conocer sus obras, sobre todo las de carГЎcter regional. Asimismo, la casa mercantil ponceГ±a de Olimpio Otero, hoy, Otero y Co., editaba en Barcelona todas las obras de Campos, Pasarell y otros compositores ponceГ±os, siendo el primer establecimiento que, en Ponce, dedicГі una secciГіn especial para la venta de mГ©todos y obras musicales para Piano, instrumentos y orquesta, lo que facilitГі grandemente el conocimiento de las obras extranjeras.

La celebraciГіn del 4Вє Centenario del descubrimiento de esta Isla diГі oportunidad a los compositores para ejercitar sus facultades, ya que en la exposiciГіn, por primera vez, se designaban premios para grupos de obras. El gran premio de composiciГіn lo obtuvo Juan Morell Campos por su sinfonГ­a para gran orquesta, titulada Puerto Rico. Con motivo del Centenario, el ya citado seГ±or Segura Villalba, trajo a la Isla una compaГ±Г­a de Гіpera espaГ±ola, bastante aceptable por la igualdad del conjunto en los elementos que la integraban. En ella figuraban los artistas, siguientes: soprano, Sra. Gay; tenor, Pedro Sotorra; barГ­tono, Sr. Ventura; contralto, Srta. Virginia Ferranti; bajo, Sr. Gil Rey y maestro director y concertador, el que lo habГ­a sido de varios teatros lГ­ricos de Barcelona y Lisboa, Sr. Mazzi.

En 1893, despuГ©s de haber terminado sus estudios musicales en el Conservatorio de ParГ­s con notable aprovechamiento, se estableciГі en Ponce, el Pianista ArГ­stides Chavier, emprendiendo, desde su llegada, una enГ©rgica campaГ±a en pro del clasicismo musical, bajo todos sus aspectos, que si bien le ha podido crear, entre los desconocedores del arte o falsos adoradores del mismo, una atmГіsfera hostil, en cambio le hizo consolidar su alto y merecido prestigio, logrando, a pesar de todo, que muchos de nuestros compositores e intГ©rpretes dirijan sus aptitudes, por senderos que habrГЎn de conducirles a finalidades mГЎs elevadas que las del gГ©nero bailable a que con tanto ahinco se dedicaban.

Con motivo de la Гєltima guerra separatista de Cuba, los batallones de CГЎdiz, Madrid y Valladolid, que guarnecГ­an la Isla, fueron enviados a la antilla hermana, viniendo a sustituirlos los de Alfonzo XII y Provisionales Nos. 3 y 4, cuyas bandas de mГєsica, especialmente las nГєmeros 3 y 4 dirigidas por los maestros CerdГЎ y Villaplana han sido las mejores que visitaron la Isla, recordГЎndose todavГ­a, placenteramente, los conciertos que semanalmente daban en la Plaza Baldorioty, de San Juan.

Durante los cuatro Гєltimos lustros del gobierno espaГ±ol, todos los batallones de voluntarios de la isla tenГ­an bandas de mГєsica, siendo las mejores las de San Juan, MayagГјez y Arecibo. En otros pueblos habГ­a bandas municipales y pequeГ±as orquestas de baile; si exceptuamos la banda que en BayamГіn organizara DueГ±o ColГіn, la cual podГ­a competir con cualquiera otra de San Juan, las demГЎs no valГ­an gran cosa.

La mГєsica religiosa habГ­a decaГ­do muchГ­simo, siendo Гєnicamente los PP. Paules, que regГ­an y rigen aГєn la Iglesia Parroquial de Ponce, los que prestaban a dicha mГєsica la debida atenciГіn. Todas las festividades que con frecuencia ellos celebraban, las solemnizaban con una buena orquesta, cuya parte vocal estaba encomendada a un nutrido coro femenino de la mejor sociedad ponceГ±a, dirigido por la notabilГ­sima dilettanti, de gran escuela italiana, y dulcГ­sima voz de soprano ligera, Sra. Lizzie S. Graham, cultГ­sima dama que todavГ­a conserva fresca y robusta el tesoro de su garganta privilegiada.

Hasta aquГ­ el estado en que se encontraba el arte musical portorriqueГ±o cuando surgiГі, casi de improviso, la guerra hispano-americana, cesando, en 18 de octubre de 1898, la soberanГ­a de la patria espaГ±ola, en Puerto Rico.

Aunque no con la potencialidad inherente al temperamento o especiales condiciones artГ­sticas de los portorriqueГ±os, debido a la lentitud con que el gobierno espaГ±ol desarrollaba su sistema de administraciГіn en las colonias, es innegable y lo consignamos aquГ­ como acto de justicia a la par que de reconocimiento y afectuosa gratitud, que a EspaГ±a se debe el grado mayor o menor de cultura musical del paГ­s, ya que desde los primeros aГ±os de la colonizaciГіn, espaГ±oles fueron los primeros mГєsicos que regaron en la Isla las simientes del arte; espaГ±oles los que abonГЎndolas mГЎs tarde hicieron crecer el naciente tallo, y los que durante casi todo el siglo XIX cultivaron los campos del arte, recogiendo el paГ­s los frutos. Y no fueron los mГєsicos espaГ±oles solamente los encargados de la propagaciГіn del divino arte; los mismos capitanes generales y con ellos las altas autoridades administrativas, unas veces secundando iniciativas particulares y otras realizando las propias, siempre se mostraron propicios, dentro del sistema especial del gobierno, a fomentar la mГєsica en todas sus manifestaciones.

De no haber sobrevenido el cambio de nacionalidad, seguros estamos de que el gabinete autonГіmico hubiera llevado a la prГЎctica, tal vez ampliГЎndolo, el proyecto de escuelas de mГєsica que aparece en el apГ©ndice de este libro, abriendo, para el arte y los artistas, horizontes amplГ­simos de gloria y realidades altamente beneficiosas para el pueblo.




CAPГЌTULO IV.

1898-1914


El cambio de nacionalidad, trajo como consecuencia, demostrada por la historia en las grandes conmociones polГ­ticas de los pueblos, la paralizaciГіn, ya que no el retroceso, del desenvolvimiento artГ­stico cuyo progreso se habГ­a efectuado tan notablemente en la Isla.

Afortunadamente la forma especial con que se desarrollГі en Puerto Rico la guerra hispano-americana, pues asumiГі un carГЎcter, mГЎs que de combate, de penetraciГіn pacГ­fica, aunque armada, hizo que, en la vida general, de momento apenas se notasen las diferencias esenciales del cambio.

No asГ­ en la vida oficial, pues siendo, bajo todos los aspectos, completamente distinto el sistema administrativo del gobierno americano, era lГіgicamente natural, aunque la mayorГ­a del paГ­s opinase de otro modo, que aquel, desterrando en absoluto las prГЎcticas espaГ±olas, implantase sus mГ©todos, ya porque los conceptuase como los mejores, ya tambiГ©n porque raras veces consigna la historia casos en que el pueblo conquistador se adapte o asimile los usos y costumbres del pueblo conquistado.

No es prГЎctica en Norte AmГ©rica, que el Estado se haga cargo, directamente, del fomento de las artes, y de ahГ­, que uno de los primeros actos del rГ©gimen en Puerto Rico, fuese la supresiГіn de todas las subvenciones de carГЎcter artГ­stico.

La separaciГіn de la Iglesia y el Estado, hizo desaparecer la orquesta de Capilla de la Catedral, asГ­ como al Organista oficial. La primera, no ha sido repuesta, si bien en determinadas festividades religiosas, el Obispado o el PГЎrroco de Catedral, llevan orquesta para solemnizarlas, pero no existe una con carГЎcter permanente. Y en cuanto al Гіrgano, apenas repercuten por los ГЎmbitos de las majestuosas naves de los templos, las graves, solemnes y mГ­sticas armonГ­as de tan bello instrumento.

En lo que a la Catedral ataГ±e, al retornar a EspaГ±a el Organista oficial Sr. AgullГі, fuГ© nuevamente llamado para desempeГ±ar el cargo, aunque con una retribuciГіn menor, que paga la parroquia, el antiguo organista Don LuГ­s Rengel. Durante los primeros aГ±os de la nueva nacionalidad, el Rev. Padre Don Rafael Mangual y Nieva, secretario del Obispado y a la vez organista compositor, de amplios y sГіlidos conocimientos, organizГі una escolanГ­a, que por mГЎs de un aГ±o llegГі a solemnizar los cultos de la Catedral, pero fuГ© suprimida por haber sido designado el Director para regir la VicarГ­a de Humacao.

Suprimidas las subvenciones otorgadas por la DiputaciГіn Provincial, hubieron de retornar a la Isla, la Srta. Elisa TavГЎrez y el joven ГЃngel Celestino Morales, que, en virtud de aquellas, cursaban estudios musicales en el Conservatorio de Madrid, aunque afortunadamente acababan de terminar los estudios de Piano y ViolГ­n que respectivamente hicieran en el referido centro docente.

Ambos se dieron a conocer en el paГ­s, por medio de recitales. Elisa TavГЎrez, primer premio de piano, por sus excelentes dotes de pianista cautivГі inmediatamente al pГєblico y ГЃngel Celestino Morales, fuГ© acogido con grandes simpatГ­as, pues sin ser un virtuose, demostrГі haber aprovechado tiempo y dinero.

La TavГЎrez se estableciГі como profesora en San Juan y despuГ©s en Arecibo, en donde, vГ­ctima del ciego-alado, trocГі sin relegarlas al olvido, las sonatas y rapsodias musicales por los impromptus y berceuces del hogar, abandonando la profesiГіn, aunque recientemente ha vuelto a ejercerla en Utuado, donde radican los intereses de su esposo.

Morales emprendiГі una tournГ©e de conciertos por las antillas y repГєblicas sud-americanas, hasta que en Santiago de Cuba le sorprendiГі prematuramente la muerte, cuando empezaba a realizar sus ensueГ±os de gloria y estaba en pleno idilio de amor por haber efectuado, hacГ­a pocos meses, su matrimonio con una notable pianista mejicana.

Compenetrados de que la opiniГіn colectiva impulsada por el espГ­ritu de AsociaciГіn, es la que orienta y hasta casi rige la vida oficial norte-americana, tratamos, desde los primeros meses del cambio de nacionalidad, de reunir en apretado haz a todos los elementos musicales del paГ­s, como medio de evitar la decadencia que para el arte presentГ­amos. Con tal motivo a fines de diciembre de 1898, y secundados por los maestros Arteaga, Chavier, Carreras, Pasarell, Cruz y demГЎs elementos valiosos de Ponce, efectuamos un mitin pГєblico en los salones del "Taller BenГ©fico" de dicha ciudad, en el que quedaron aprobadas las bases constitutivas de la AsociaciГіn Musical de Puerto Rico, y designado el comitГ© local, que nombrГі al Maestro Arteaga para que, en comisiГіn, prosiguiera con nosotros la propaganda o labor constitutiva por toda la Isla.

El 30 de Diciembre del mismo aГ±o se efectuaba en los salones del Ateneo de San Juan el segundo mitin de propaganda y allГ­ tambiГ©n quedaron aprobadas las bases y organizado el comitГ© local, en el que figuraban, entre otros de los principales elementos musicales, el Maestro GutiГ©rrez y la pianista Anita Otero. GutiГ©rrez fuГ© designado para, con Arteaga y el que esto relata, poner en manos del Gobernador Henry un escrito pidiГ©ndole patrocinase los fines de la AsociaciГіn, subvencionГЎndola para la constituciГіn de un Instituto de mГєsica en San Juan.

El General Henry, recibiГі cortesmente a la comisiГіn y enterado por el intГ©rprete de la peticiГіn, prometiГі, como lo hiciera despuГ©s, endosarla favorablemente al Jefe del Gabinete autonГіmico, quien contestГі en sentido negativo, lamentando no poder atender los deseos de la naciente AsociaciГіn porque las partidas del limitado presupuesto, casi no se podГ­an entonces cubrir con los ingresos. A pesar de que se habГ­a fracasado en el primer intento, se prosiguieron los trabajos para constituir definitivamente la AsociaciГіn general, pero tambiГ©n tuvieron que abandonarse, porque la idiosincracia de los mГєsicos, por defectos de educaciГіn cГ­vica, era bastante refractaria al espГ­ritu de asociaciГіn.

Como organismo oficial de carГЎcter docente-musical Гєnicamente subsistiГі la banda o escuela de mГєsica del asilo benГ©fico de niГ±os, circunscrita a la enseГ±anza de los instrumentos que integran las bandas militares y sin que, hasta ahora, puedan apreciarse grandes resultados en la enseГ±anza.

Aunque el cuerpo de la policГ­a insular fuГ© establecido en Puerto Rico a los pocos meses del cambio de nacionalidad, la banda de mГєsica no fuГ© creada hasta, la implantaciГіn del gobierno civil, en Mayo de 1900, nombrГЎndose mГєsico mayor al que lo habГ­a sido por mГЎs de quince aГ±os de la del primer batallГіn de Voluntarios, seГ±or Francisco Verar.

Esta banda, que al principio solamente constaba de 22 instrumentistas y que despuГ©s fueron aumentados hasta 35, predominando la cuerda de clarinetes, y estando proporcionalmente representados los cuartetos que integran a las bandas militares, llegГі a gozar de un merecido prestigio, pues constituГ­da por los mejores elementos mГєsicos de la Isla, y poseyendo el director una gran prГЎctica, los conciertos bisemanales que daba en la plaza principal, atraГ­an enorme concurrencia, recibiendo constantemente muchos aplausos. Con elementos de ella, el seГ±or Verar tenГ­a organizada una orquesta, que solemnizaba los actos privados, aunque con carГЎcter oficial, de la MansiГіn Ejecutiva, y era muy solicitada por el pГєblico. Banda y orquesta quedaron suprimidas para siempre cuando surgiГі el conflicto econГіmico entre las dos ramas de la Legislatura Insular, y los presupuestos fueron distribuГ­dos por el Gobernador Post, dentro del total aprobado para el aГ±o anterior.

El 14 de Mayo de 1903, el connotado profesor de mГєsica Don Manuel Tizol MГЎrques, organizГі una banda popular de 25 profesores, denominada "Juventud del Comercio", para dar conciertos semanales en la plaza pГєblica, pero como la vida econГіmica de ella, dependГ­a de una suscripciГіn voluntaria, Г©sta fuГ© decayendo y la banda tuvo que disolverse.

La depresiГіn econГіmica que sufriera el paГ­s con el cambio de moneda, reformas de la tributaciГіn y estragos horribles que causara en la agricultura el ciclГіn del 8 de agosto de 1899 conocido por el nombre de CiclГіn de San Ciriaco, paralizГі por 3 o 4 aГ±os las visitas frecuentes que hacГ­an a la isla diversas compaГ±Г­as de zarzuela y Гіpera. Con tal motivo, y con el fin de hacer amena la vida capitaleГ±a, varios dilettantes organizaron la sociedad, denominada Gira ArtГ­stica, para poner en escena obras dramГЎticas y lГ­ricas del gГ©nero chico. En la secciГіn lГ­rica figuraban, bajo la direcciГіn del maestro concertador Don JoaquГ­n Burset, joven humacaeГ±o que habГ­a hecho sus estudios musicales en Barcelona, los siguientes artistas aficionados: Sra. Maceira, tiple; Sra. Europa DueГ±o, contralto-caracterГ­stica; Sr. Abella Blanco, tenor; Sr. Montesinos, barГ­tono; Sr. Sandoval, partiquino y los jГіvenes Don Evaristo VГ©lez LГіpez y Don Juan Nadal como bajos. El director artГ­stico lo era Evaristo VГ©lez LГіpez, que por sus facultades pudo haber llegado a ser actor de fama si se hubiese dedicado con ahinco al arte lГ­rico-escГ©nico.

Entre las muchas obras nuevas que se dieron a conocer, figurГі la zarzuela en un acto, de asunto nativo, titulada "El 12 de Mayo", letra del Lcdo. Don Antonio Moreno CalderГіn y mГєsica del autor de estas anotaciones, circunstancia por la que nos abstenemos de hacer un solo comentario.

La Gira ArtГ­stica, fuГ© muy aplaudida no tan sГіlo por el pГєblico de San Juan, si que tambiГ©n por los de Ponce, MayagГјez y otros de la Isla, viniendo a probar, que hay de sobra elementos en Puerto Rico para, con buena direcciГіn, atender a muchas de las manifestaciones del arte.

Desde 1905, empezaron a organizarse bandas escolares en algunos pueblos de la Isla, siendo sufragados los gastos por las Juntas Escolares y en algunos pueblos, mitad por ellas y la otra mitad por los municipios. Durante algГєn tiempo el Departamento de InstrucciГіn autorizaba el pago de los profesores y por lo tanto, el funcionamiento de dichas bandas durante todo el aГ±o natural, pero en 1910, el Auditor de Puerto Rico, pasГі una orden al Comisionado de InstrucciГіn notificГЎndole, que, para los efectos de la legalidad en los pagos de las Juntas, los profesores de mГєsica solamente podГ­an ejercer, como tales, durante el aГ±o escolar.

Esta anГіmala orden trajo como secuela, la desorganizaciГіn constante de dichas bandas, pues durante los tres meses de vacaciones, que es cuando el maestro puede disponer de mayor tiempo para la enseГ±anza, los alumnos, se quedan sin lecciones y hasta sin prГЎcticas de los instrumentos, ya que al cesar el curso, son recogidos los mismos, cesando para el profesor todas las obligaciones. Si a Г©sto aГ±adimos los cambios constantes en el personal de las bandas, asГ­ como en el de los directores, es lГіgico deducir, que resulta completamente nula la enseГ±anza musical que se dГЎ en las referidas bandas cuyo objetivo o finalidades son, mГЎs recreativas que de instrucciГіn.

Lo mismo ocurre con la enseГ±anza de mГєsica en los grados escolares, pues a pesar de que se ha aumentado el nГєmero de preceptores de mГєsica y hay una inspectora general para aquella, los resultados aun no han podido apreciarse satisfactoriamente. Consideramos que si con el dinero que se invierte en profesores de mГєsica y directores de bandas, se crease una verdadera escuela de mГєsica completamente separada de la instrucciГіn general, se darГ­a un verdadero paso de avance en pro del arte musical.

En 1911, 16 de febrero, el Municipio de San Juan creГі la banda de bomberos que, dirigida por el Profesor Tizol e integrada por veinte y dos instrumentistas, tuvo que ser disuelta, porque segГєn el revisor de cuentas municipales, previa consulta que hiciera al Auditor de Puerto Rico, el gasto era ilegal por no estar de acuerdo con los preceptos de la Ley Municipal entonces vigente.

Con la implantaciГіn en 1900 del gobierno civil, coincidiГі la creaciГіn del regimiento de infanterГ­a de Puerto Rico, al que dotaron de banda de mГєsica, que dirigida los primeros meses por un profesor americano, desde el 14 de junio de 1901 lo fuГ©, y es en la actualidad, por el joven compositor utuadeГ±o Don LuГ­s R. Miranda.

Dicha banda estГЎ constituГ­da por 23 mГєsicos con el siguiente reparto instrumental: 1 flautГ­n, 1 requinto, 5 clarinetes, 1 fagote, 2 saxofones, 5 cornetines, 2 barГ­tonos, 3 onГіvenes, 3 trombones, 2 bastuvas, 1 helicГіn, 1 bombo, platillo y caja-redoblante.

La pericia del Director, la delicada atenciГіn que presta al estudio de las obras que interpreta la banda, la selecciГіn de los programas, y la conciencia artГ­stica que revela el conjunto, han hecho que el pГєblico la aplauda donde quiera que hace acto de presencia.

El 11 de enero de 1909 debutaba en San Juan un Octeto, organizado por el profesor Tizol Marquez, que vino a llenar la necesidad que habГ­a de un nГєcleo orquestal, propio para amenizar veladas, banquetes, recepciones y demГЎs actos similares. El octeto estaba constituГ­do asГ­: ViolГ­n solista, JuliГЎn Andino; 1В° seГ±ora Luisa Lecompte; 2os. Domingo Andino y Sergio Lecompte, Jr.; Viola, Sergio Lecompte AspurГєa; Cello, Francisco Rooms; Contrabajo, Manuel Tizol Marquez; Flauta, Rafael MГЎrquez; Oboe, AndrГ©s FernГЎndez y Piano acompaГ±ante, JoaquГ­n A. Burset. La selecciГіn del personal, pues eran los mejores instrumentistas de la capital, asГ­ como la habilidad del Director y el esmero en la confecciГіn y ejecuciГіn de los programas, cautivando al pГєblico, les proporcionГі gran cosecha de aplausos y beneficios, ya que era la orquesta preferida para todos los actos sociales de mayor resonancia.

Modificada, por la Legislatura Insular, la Ley Municipal, para que, entre otras cosas, pudiesen los municipios consignar en los presupuestos ordinarios, partidas que cubriesen los gastos de academias o bandas de mГєsica, el 1Вє de julio de 1913 fuГ© restablecida la de Bomberos de San Juan, asГ­, como las Municipales de otros pueblos. La de San Juan fuГ© nuevamente encargado de dirigirla el profesor Tizol, quien le diГі la organizaciГіn siguiente: 1 flautГ­n, 2 flautas, 2 oboes, 1 requinto, 11 clarinetes, 2 fagotes, 5 saxofones, 1 fliscorno, 3 cornetines, 1 tromba, 1 trompa, 3 altos, 3 trombones, 3 bombardinos, 1 helicГіn, 1 bastuba, 2 bajos, 2 violoncellos, 2 contrabajos de 4 cuerdas, y baterГ­a completa. La banda dГЎ dos conciertos semanales en la Plaza Baldorioty y asiste a todos los actos pГєblicos del municipio. El esmero con que Гєltimamente selecciona e interpreta las obras, dando preferencia a las de los clГЎsicos, la permite ser calificada, merecidamente, como una de las mejores de las antillas.

En octubre de 1913 inaugurГі el citado seГ±or Tizol, que estГЎ considerado como un gran organizador, una sociedad de conciertos que, a juzgar por las revistas que hiciera la prensa de San Juan, pues no pudimos oirla, constituyГі una nota de progreso artГ­stico.

TambiГ©n, hace mГЎs de tres aГ±os, viene celebrando mensualmente selectas audiciones musicales, otra sociedad denominada Club ArmГіnico, integrada por buenos artistas, en su mayor parte dilettantes, que con una constancia digna de encomio y gran fervor artГ­stico, se reunen todas las noches en el salГіn Apolo, para estudiar, minuciosamente, las obras que han de ser ejecutadas en el concierto mensual, prescrito por los reglamentos de la instituciГіn.

La sociedad no tiene ningГєn objetivo de lucro sino Гєnicamente, el de practicar el culto de la mГєsica entre los asociados, de los que, un gran nГєmero son americanos.

El Club comprende dos secciones, la orquesta de conciertos y la de mandolinas; ambas alternan en los programas de las audiciones. La direcciГіn artГ­stica la asume el jefe de la banda de mГєsica del regimiento, Don LuГ­s R. Miranda, y como sustituto, el maestro Don Justo Pastor Torres, hГЎbil violinista y concertador, mejicano.

Esta sociedad, estГЎ considerada como una de las mГЎs altas manifestaciones de cultura artГ­stica, que pueden registrarse durante el perГ­odo de tiempo que relatamos.

Hace poco mГЎs de un aГ±o, que el Consejo de "San Juan", de los Caballeros de ColГіn organizГі un OrfeГіn con mГЎs de 20 voces, para solemnizar todos los actos de la orden.

Dicho OrfeГіn, modesto al nacer, pero integrado por buenas voces y entusiastas cultivadores de la mГєsica, actualmente se estГЎ reconstituyendo con carГЎcter autГіnomo, pero siempre bajo los auspicios del Consejo, con el fin de darle mayor amplitud. Lo dirige el citado maestro Pastor Torres, y estГЎ llamado a registrarse como una gran nota de progreso en los anales del arte portorriqueГ±o.

Como manifestaciГіn artГ­stica, aunque de carГЎcter privado, debemos anotar un cuarteto vocal con acompaГ±amiento de piano, que se reune todos los miГ©rcoles por la noche en la morada del culto caballero suizo, Mr. George Villard, director de los ferrocarriles de Puerto Rico. El cuarteto lo forman: Mr. Villard, 1er. Tenor; D. Miguel Gorbea, 2o. tenor; D. LuГ­s Zubiaurre y D. LuГ­s Esparolini, barГ­tonos; D. Evaristo VГ©lez, bajo y el pianista, graduado en la academia musical de Lenox, Mass., EE. UU., D. Juan O'Neill LГіpez. La mГєsica que interpretan, es de la mas selecta dentro del gГ©nero clГЎsico.

Fuera de San Juan, en las demГЎs poblaciones de la isla, el arte decae considerablemente.

A pesar de los esfuerzos hechos por el maestro Chavier, la Liga Progresista y los profesores Pasarell, Pericás y Cruz, en Ponce, si exceptuamos el certámen que en noviembre de 1913 organizara la referida Liga, y otro convocado en 1914 por la sociedad de escritores y artistas.[15 - Véase la sección "Certámenes" de este libro. – F. C.] Desde la muerte de Campos no se ha constituído ninguna otra orquesta de conciertos como "La Lira Ponceña". Solamente subsiste la antigua banda de Bomberos dirigida por Domingo Cruz, (Cocolía) y algunas orquestas de baile. La orquesta que solemniza las festividades religiosas, dirigida por el competente profesor D. Arturo Pasarell, es la única que puede considerarse como un verdadero núcleo orquestal.

En MayagГјez, el profesor de ViolГ­n y compositor de mГєsica regional SimГіn Madera organizГі, en 1912, una sociedad de conciertos titulada "Orquesta Juventud", que fuГ© muy aplaudida en las audiciones que diera en dicha Ciudad, Yauco y Santo Domingo. Debe haberse disuelto, pues hace tiempo no tenemos noticias de ella.

En el resto de la Isla solamente existen pequeГ±as orquestas de baile y bandas escolares o municipales, que, con escepciГіn de las de Humacao, Cabo-Rojo, ComerГ­o y Aguadilla, las demГЎs no merecen citarse como manifestaciones de progreso.

La enseГ±anza del piano se ha generalizado en todo el paГ­s, debido principalmente al abaratamiento del precio y facilidades para la compra del instrumento; pero eso mismo ha hecho que se dediquen a la profesiГіn infinidad de personas.

Si exceptuamos a un determinado número de profesores[16 - Véase la sección "Profesorado" de este libro. – F. C.] de alta escuela que en San Juan, Ponce, Arecibo, Bayamón, Coamo y alguna otra población ejercen a conciencia su delicada labor, el resto de los que se titulan maestros ostentan inmerecidamente el calificativo, a juzgar por el modo de tocar de los alumnos confiados a su preceptiva.

Durante el perГ­odo de tiempo que reseГ±amos, la mГєsica regional ha perdido muchГ­simo de su tГ­pica estructura, pues la danza, que a tan grande altura elevaron TavГЎrez, Heraclio Ramos, DueГ±o ColГіn y especialmente Morell Campos, ha sido sofisticada por sus mismos cultivadores, que dejГЎndose influenciar por el snobismo de la Г©poca, introdujeron en la conformaciГіn melГіdica, y mГЎs principalmente, en la rГ­tmica, la estructura de bailables exГіticos, despojГЎndola de su cadenciosa belleza para revestirla de un ropaje voluptuosamente africano.

Afortunadamente, debido a la persistencia de la crГ­tica, nГіtase una pequeГ±a reacciГіn, que si continГєa, traerГЎ el renacimiento completo de la tan seductora e idealista danza portorriqueГ±a.

En los Гєltimos dos lustros han visitado la Isla algunas compaГ±Г­as lГ­ricas de Гіpera, zarzuela y opereta de bastante mГ©rito. La que contratara en MilГЎn, el entusiasta dilettante, AmГ©rico MarГ­n, ya fallecido, fuГ© conceptuada como de primer orden, pues no solamente estaba triplicado el cuarteto de voces principales, sino que los integraban artistas afamados como Di Bernardo, Paganelli, Regina ГЃlvarez y otros de igual o superior talla. AdemГЎs, el cuerpo de coros era nutrido, el atrezzo y repertorio, modernos, y el Maestro lo era uno italiano de alta competencia artГ­stica.

En zarzuela espaГ±ola del gГ©nero chico, debemos citar a la MГєsico Teatral, empresa portorriqueГ±a. En ella venГ­a como tiple cГіmica, Luisa Arregui, que fuГ© una gran artista en todo el valer del concepto. Las simpatГ­as rayanas en cariГ±oso delirio, que se captГі en San Juan, se hicieron patentes, cuando la muerte, siempre traidora, tronchГі su preciosa existencia. El homenaje de afecto que espontГЎnea y sinceramente tributara a sus despojos mortales, el pueblo capitaleГ±o, cuando se efectuГі el sepelio, no ha tenido precedente, por lo grandioso.

La compaГ±Г­a de GutiГ©rrez y la de la Gatini, ambas de Opereta, la primera en espaГ±ol y la Гєltima en italiano, fueron muy aplaudidas en toda la Isla. Esperanza Iris en la "Viuda Alegre" y la Gatini en "Eva" y "Le PoupГ©e" son recordadas placenteramente.

El Ateneo ha proseguido, periГіdicamente, la celebraciГіn de certГЎmenes literario-musicales, y, ademГЎs, ha efectuado veladas en honor a la memoria de los artistas Morell Campos, Felipe GutiГ©rrez y Ana Otero.

Otros centros sociales de la Isla, han secundado la costumbre del Ateneo, en la convocaciГіn de certГЎmenes artГ­sticos.

Se estГЎ generalizando, lo que encontramos altamente plausible, la celebraciГіn de audiciones pГєblicas por parte del alto profesorado de piano. En ellas presentan a sus discГ­pulos mГЎs aventajados, para que padres y pГєblico puedan apreciar la preceptiva del maestro y los adelantos de los alumnos. Arteaga y Chavier, fueron los iniciadores en Ponce de esa prГЎctica europea, y despuГ©s secundaron la iniciativa, Trina Padilla en Arecibo; Elisa TavГЎrez, Alicia SicardГі y la Sra. Montoto, en San Juan. La Гєltimamente efectuada por Alicia SicardГі ha sido un verdadero acontecimiento, segГєn las reseГ±as de la prensa de San Juan.

La Legislatura Insular ha consignado, desde 1910, en los presupuestos generales de la Isla, partidas para subvenir a la educaciГіn artГ­stica de algunas seГ±oritas en el extranjero. Azela y Consuelo Menchaca, esta Гєltima malograda en MilГЎn, cuando por sus aptitudes y estudios eficientes, era una legГ­tima esperanza de gloria; Alicia Felicci, que estudia en ParГ­s y Margarita Callejo, en MilГЎn, han sido las beneficiadas por la generosa acciГіn de nuestras CГЎmaras.

TambiГ©n se encuentra, actualmente, haciendo estudios superiores de piano y composiciГіn en el Conservatorio de Madrid, la Srta. Mercedes RodrГ­guez, que en concurso de oposiciГіn obtuvo la beca ofrecida por el filantrГіpico caballero, licenciado en Letras. D. Teodoro Aguilar Mora, muy culto en materia de arte. Esta Srta. procede de la escuela de piano que dirige, en San Juan, Alicia SicardГі, discГ­pula predilecta de Anita Otero.

Recientemente, ha sido presentado ante el pГєblico de San Juan, el niГ±o de 11 aГ±os JesГєs MarГ­a San RomГЎ, natural de Fajardo, como un pianista precoz. Realmente, aunque carece de escuela, es admirable, interpretando obras de tan difГ­cil ejecuciГіn como las rapsodias de Litz, los impromptus y baladas de ChopГ­n, las sonatas de Beethoven y otras similares del gГ©nero clГЎsico y brillante.

El niГ±o San RomГЎ, debe ser protegido por el paГ­s, oficial o particularmente, para que, cuanto antes, pueda trasladarse a un gran centro docente, en donde sus facultades extraordinarias, bien dirigidas y severamente educadas, le permitan orlar su frente con los laureles del triunfo.

San RomГЎ es de los escogidos para brillar con luz propia en el cielo del arte universal.

Y con tan bella esperanza… cerramos estas anotaciones, que ¡ojalá! puedan servir de alguna utilidad a los que, en el mañana, se decidan a escribir la historia del arte musical de Puerto Rico.



ManatГ­, octubre 1 de 1915.





SECCIГ“N SEGUNDA.

BiografГ­as





CAPГЌTULO V


Dedicada esta secciГіn a poner de relieve los mГ©ritos de las altas personalidades artГ­sticas que el paГ­s ha producido, es de sentirse no figuren en ella, por la carencia o parquedad de datos, algunos que han dado prestigio al nombre portorriqueГ±o en el exterior, aunque no los relegamos al olvido pues son mencionados en las secciones correspondientes a sus aptitudes musicales.

Las biografГ­as de Ana Otero, Julio C. Arteaga y Felipe GutiГ©rrez, han sido trazadas, accediendo a reiteradas solicitudes nuestras, por los connotados musicГіlogos, Sra. Trina Padilla de Sanz, la Hija del Caribe, tan justamente apreciada en el mundo literario, y por los no menos correctos escritores, Don ArГ­stides Chavier y Don Braulio DueГ±o ColГіn, proporcionando a este libro, con sus cortesГ­as, el Гєnico valer real de que pueda hacer gala.


ARTEAGA, JULIO C


pianista-compositor

NaciГі en la ciudad de Ponce, P. R., el 29 de octubre del aГ±o 1864.

Desde su tierna infancia demostrГі aptitudes especiales para el estudio de la mГєsica, circunstancia que indujo a sus amantes padres a llamar al profesor Don Pedro Gabriel y Carreras, para encomendarle la educaciГіn artГ­stica elemental de su hijo. Este profesor, hombre de aptitudes y de conciencia, reconociГі las dotes del niГ±o y augurГі a sus familiares y amigos las mГЎs risueГ±as perspectivas.

Iniciado en los elementos de la música y con conocimientos algo apreciables del violín y del Piano, pasó Arteaga a New York, a continuar sus estudios musicales bajo la dirección del distinguido pianista y compositor Gonzalo J. Nuñez, – quien igualmente reconoció sus singulares aptitudes, recomendándole de continuar indefinidamente a su lado, lo que desestimó, – y del notable organista canadiense Mr. Samuel P. Warren, bajo cuya dirección estudió el gran órgano, realizando apreciables progresos.

En el aГ±o 1883 marchГі Arteaga para ParГ­s, en cuyo Conservatorio ingresara, despuГ©s de haber probado sus ventajosas condiciones para poder ascender a la altura que mГЎs tarde ascendiera. En dicha instituciГіn docente trabajГі nuestro compatriota con verdadero celo y entusiasmo, el piano, la armonГ­a y demГЎs ramas del arte musical. Su profesor de piano fuГ© el ilustre Mr. Georges Mathias, antiguo y predilecto discГ­pulo de ChopГ­n; su profesor de armonГ­a y contrapunto, lo fuГ© Mr. A. Taudou, un hГЎbil y profundo conocedor de la ciencia armГіnica y contrapuntal; su profesor de acompaГ±amiento, lo fuГ© Mr. Auguste Bazille, profesor del Conservatorio, y organista e improvisador que se habГ­a captado la admiraciГіn de Meyerbeer. Mr. Bazille, a la sazГіn, desempeГ±aba la plaza de organista en la iglesia de Sainte Elizabeth, de ParГ­s.

Arteaga reanudó sus estudios de órgano, iniciados en New York, y al efecto ingresó en la clase de órgano e improvisación del ilustre maestro, organista, improvisador y compositor eminente, Mr. César Auguste Franck. También hizo estudios de canto, bajo la dirección del insigne barítono profesor E. Crosti, autor de varias obras didácticas sobre el canto, y antiguo discípulo del gran Francesco Lamperti. Así mismo – y éste es un timbre muy honroso y que muy pocos pueden ostentar – Arteaga fué discípulo auditor de la clase de alta composición musical del grande e ilustre Jules Massenet. En 1887 obtuvo un accésit, clase de acompañamiento, y en 1888, después de un brillante examen, recibió el primer premio.

Obtenido el anterior triunfo, Arteaga retornГі a Puerto Rico, al lado de sus familiares, a difundir los positivos conocimientos que habГ­a adquirido en la ciudad-luz. Al efecto, se estableciГі en Ponce, en donde formГі un nГєcleo de discГ­pulas muy aprovechadas y que hicieron honor a su enseГ±anza. En la ciudad-perla, llegГі a realizar algunas audiciones de sus alumnas, que merecieron las mГЎs cordiales muestras de admiraciГіn de los elementos competentes.

MГЎs tarde marchГі a la Habana y a New York, en cuyas ciudades cimentГі su reputaciГіn de pianista gallardo y profesor eficiente y concienzudo. En New York, de 1902 a 1904, desempeГ±Гі con Г©xito la plaza de profesor superior de piano en el Conservatorio Internacional, que es una de las instituciones mГЎs importantes de la MetrГіpoli.

Es indiscutible que Arteaga ha recibido una educaciГіn musical sana y vigorosa, que le coloca en la cГєspide de nuestra representaciГіn artГ­stica y profesional. Sus triunfos, puede asegurarse, han sido mayores en el extranjero que en su propio paГ­s; pues allГ­ han podido aquilatar mГЎs justicieramente sus mГ©ritos, prescindiendo de sus rarezas, que revelan un carГЎcter algo quisquilloso y un temperamento harto susceptible, y que suele grangearle no pocas desazones. Es no obstante, Julio C. Arteaga, un corazГіn bueno y, como artista al fin, accesible a los mГЎs tiernos sentimientos.

Arteaga, como pianista, ha llamado siempre la atención. Posee una técnica sólida, vigorosa, flexible; hace frente a las mayores dificultades trascendentales del instrumento que preferentemente ha cultivado, sin esfuerzo alguno; domina las obras más culminantes de los grandes maestros clásicos y modernos, siendo Chopín y Liszt sus favoritos. En nuestro medio artístico – precisa reconocerlo – Arteaga, a pesar de sus dotes, no ha obtenido los fervientes aplausos que han obtenido otros, considerablemente menos aptos y concienzudos que él, en el arte que cultivan. Pero, ya se sabe que nuestro público es más impresionable que reflexivo, y, regularmente demuestra predilección por aquello que satisface mejor sus ambiciones snobistas, y sin establecer la diferencia existente entre el oro y el oropel que suele brindársele…

Como acompaГ±ador, Arteaga no tiene rival; es ademГЎs, un lector intrГ©pido. Como maestro de armonГ­a y composiciГіn ya ha demostrado su eficiencia. Ha escrito algunas obras musicales, que revelan sus sГіlidos conocimientos armГіnicos y contrapuntales. Entre esas composiciones de Г­ndole seria, figura un Cuarteto, escrito para violГ­n, viola, cello y piano, que ha sido ejecutado con Г©xito en distintas ocasiones. Ha escrito, asГ­ mismo, algunos coros, con soli y orquesta, y algunos trozos para canto; la mayor parte de esos trabajos estГЎn inГ©ditos. En la Habana obtuvo nuestro compaГ±ero un sensible triunfo con la ejecuciГіn de su interesante Marcha Triunfal, compuesta para banda, en homenaje al gran descubridor CristГіbal ColГіn. FuГ© obedeciendo a las insinuaciones del periГіdico El FГ­garo de la Habana, que nuestro compatriota se decidiГі a escribir la expresada Marcha, que le valiГі calurosos aplausos de la sociedad habanera, y mГЎs tarde de la sociedad portorriqueГ±a.

Arteaga cultiva igualmente la direcciГіn orquestal, y tiene aptitudes para la crГ­tica musical. Aunque su pluma suele ser rebelde en la expresiГіn, hay que reconocer que en sus trabajos de Г­ndole docente, se destacan siempre sus conocimientos sobre la tГ©cnica musical y la historia del arte. ВЎLГЎstima es que haya permanecido impasible en ciertas ocasiones en que las circunstancias han debido incitarle al combate! No obstante, ha dicho algunas verdades, que le han valido los plГЎcemes de la minorГ­a, que constituye el elemento sensato de nuestra sociedad.

Julio C. Arteaga ha sido aplaudido en centros de gran cultura artГ­stica. En ParГ­s, en New York, en la Habana, en Caracas, en fin, en todas las poblaciones importantes que ha recorrido, han tenido la oportunidad de juzgar sus aptitudes, rindiГ©ndole los homenajes a que se ha hecho acreedor.

En 1906, fundГі una revista musical, que redactГі en uniГіn de otros elementos artГ­sticos portorriqueГ±os. Dicha publicaciГіn tuvo muy corta existencia; pues el pГєblico no respondiГі, como se esperaba, al esfuerzo que en su obsequio se hacГ­a. En la expresada Revista de MГєsica, colaboraron los distinguidos artistas y escritores Braulio DueГ±o ColГіn, Manuel MartГ­nez PlГ©e, Fernando Callejo, RamГіn MorlГЎ, Trinidad Padilla de Sanz y el que suscribe.

Julio C. Arteaga se encuentra actualmente en San Juan, dedicado a su labor profesional, con la eficiencia ya demostrada y reconocida por todo el pГєblico sensato portorriqueГ±o. No obstante, sus Г©xitos materiales son exiguos y estГЎn muy lejos de satisfacer sus justas ambiciones. Pero, ya se sabe que nuestro paГ­s suele brindar a los osados y a las medianГ­as que se agitan en su seno, el perfume de sus rosas, dejando para sus verdaderos artistas, para aquellos que le enaltecen ante el mundo, las punzantes espinas de sus zarzales.



В В В В ArГ­stides CHAVIER.



Ponce, P. R., Sept. 20 de 1915.





CAPГЌTULO VI



CHAVIER ARÉVALO, ARÍSTIDES


pianista-compositor

Carlos Gounod, el inmortal autor del "Fausto," en el prГіlogo a la correspondencia inГ©dita de BerliГіz, juzgando a este maestro francГ©s dice: "BerliГіz era un hombre entero, sin concesiones ni componendas; pertenecГ­a a la raza de los Alcestes, y tuvo contra Г©l la raza de los Orontes. Se le ha juzgado atrabiliario y quisquilloso; pero hay que tener en cuenta, que a esa sensibilidad excesiva, llevada a veces hasta la irritabilidad, le inducГ­an circunstancias personales y desengaГ±os sufridos. Si sus opiniones han parecido duras, nadie al menos ha podido atribuirlas al vergonzoso mГіvil de la envidia, tan incompatible con aquella noble, generosa y leal naturaleza."

Este juicio sintГ©tico de la personalidad de BerliГіz, puede ser aplicado, sobre todo en el primero y Гєltimo punto, al artista ArГ­stides Chavier ArГ©valo, nacido en Ponce el 3 de Septiembre de 1867, uno de los poquГ­simos que cultiva con propiedad el gГ©nero de mГєsica conocido con el nombre de mГєsica di camera.

Chavier hizo sus primeros estudios con profesores de mГєsica de Ponce, dedicando su atenciГіn primeramente a la flauta, instrumento que luego abandonГі por el piano, que ha sido el Гєnico que despuГ©s ha cultivado.

En 1884 marchГі a New York en donde permaneciГі poco mГЎs de un aГ±o estudiando el piano bajo la direcciГіn del distinguido pianista y compositor Gonzalo NuГ±ez, y la armonГ­a con Mr. Frederick Doland, competente maestro, graduado en el Conservatorio de Leipzig, Alemania. En vista de los progresos que realizara y la intensidad de sus aficiones, sus padres determinaron enviarlo a ParГ­s, a cursar estudios superiores, llegando a la Capital de Francia en mayo de 1886.

Ya en ParГ­s, continuГі los estudios de piano, bajo la direcciГіn de Mr. Georges Mathias, eminente pianista y compositor, antiguo discГ­pulo de ChopГ­n y Halevy, y profesor del Conservatorio. La armonГ­a, el contrapunto y la composiciГіn musical, las estudiГі con Mr. A. Taudou, profundo y hГЎbil maestro del Conservatorio y Mr. Louis de Serres, antiguo discГ­pulo de Cesar Frank, actualmente profesor de composiciГіn en la "Schola Cantorum". TambiГ©n asistГ­a, en calidad de alumno auditor, a las clases de piano y armonГ­a del Conservatorio, sin abandonar las lecciones particulares con los profesores antes mencionados.

Sus progresos fueron importantes, pues en los diplomas que le otorgaron sus maestros se expresa: "trabajГі con celo e inteligencia haciendo progresos maravillosos, encontrГЎndose en condiciones favorables para dedicarse a la enseГ±anza, puesto que estГЎ en posesiГіn de los conocimientos necesarios para ser un excelente maestro de mГєsica y piano."

En ParГ­s diГі algunas audiciones mereciendo plГЎcemes. TambiГ©n en New York, aГ±os mГЎs tarde, se presentГі al pГєblico, recibiendo elogios de elementos competentes. Il Progresso diario italiano, y Le Courrier des Etats Unis, magazin francГ©s, ambos editados en New York, le dedicaron frases encomiГЎsticas.

En la capital de Francia, antes de retornar a su paГ­s, ejerciГі de maestro de piano por mГЎs de seis meses, y lo mismo en New York, en donde pensaba establecerse definitivamente, lo que no pudo efectuar, porque el clima le fuГ© altamente perjudicial a su salud, retornando definitivamente a Puerto Rico en 1893 y estableciГ©ndose en Ponce, en donde ejerce desde entonces. PeriГіdicamente ha dado en su ciudad natal audiciones pГєblicas de sus alumnas, que obtuvieron gran Г©xito, despertando el entusiasmo artГ­stico del pГєblico en general y mГЎs particularmente del perito en materias de arte.

En 1904 enviГі un grupo de composiciones para piano y orquesta a la exposiciГіn de Saint Louis, Illinois, U. S., que fueron premiadas con diploma y medalla de oro.

Como pianista es tan concienzudo, que con tГ©cnica irreprochable, en la que no olvida los detalles mГЎs insignificantes, cuando interpreta, expone las ideas substanciales de las obras sin amaneramientos ni osadГ­as.

Es ademГЎs un buen compositor y musicГіlogo de amplia y sГіlida cultura.

Como compositor ha producido mucho y bueno, permaneciendo inГ©ditas la mayor parte de sus obras, en las que predominan las de forma clГЎsica para instrumentos de cuerda y las caracterГ­sticas para piano. Fuera de Ponce, apenas se conocen sus composiciones. Y para que pueda aquilatarse con cuanta propiedad le damos el calificativo de maestro compositor, transcribiremos, a continuaciГіn, un juicio crГ­tico que publicГі El DГ­a, de Ponce, ediciГіn correspondiente al 19 de febrero de 1914, en la que su autor, el ilustrado compaГ±ero Braulio DueГ±o ColГіn, despuГ©s de ciertas salvedades sobre lo que el prejuzga "incompetencia para emitir juicios", dice lo siguiente:

"TRIO en mí bemol. Op. 21, para violín, viola y violoncello. – Siempre he considerado que de todas las combinaciones instrumentales es el trío la más difícil de escribir, no tan sólo por ser la que menos recursos proporciona al autor para el desarrollo temático, sino por ser la que menos se presta para cierto género de combinaciones melódicas, a menos que sea el piano uno de los instrumentos que figure en el trío; siendo éste el caso del señor Chavier, por cuanto su composición está escrita para violín, viola y violoncello."

"Es indudable que a esas circunstancias que seГ±alo, se debe el que los compositores hayan sido tan parcos en la composiciГіn de trГ­os de esa especie."

"No tengo a mano el catГЎlogo de los compositores clГЎsicos; pero registrando mi memoria, sГіlo recuerdo haber visto un trГ­o de Romberg, compositor alemГЎn, para violГ­n, flauta y cello. En los demГЎs que conozco, figura siempre el piano como uno de los componentes del trГ­o."

"Teniendo en cuenta lo que llevo manifestado, hay que confesar, forzosamente, que el seГ±or Chavier ha salido airoso de prueba tan difГ­cil. Su trГ­o Op. 21 es una demostraciГіn elocuente de sus conocimientos musicales. No es un mero juego de sonidos, sino una serie de temas bien desarrollados, obedeciendo a un plan sencillo, pero llevado a cabo dentro de la mГЎs exquisita unidad tonal y rГ­tmica. El bravГ­simo scherso finale, en 6 por 8, estГЎ admirablemente combinado y tiene el sprГ­t del de la sonata de Krautser de Beethoven."

"Cuarteto, Op. 25 en mí menor para dos violines, viola y cello. – He leído y releído detenidamente este cuarteto y siento, de veras, no haber tenido la oportunidad de oírlo; no porque crea yo, como un querido amigo y compañero mío, que sea indispensable oir una composición musical para poder juzgar si está bien o mal escrita, sino porque me gustaría poder apreciar si el efecto de ese Cuarteto al ser ejecutado difiere algo del que yo he podido apreciar al oírlo dentro de mí mismo, cuando lo leía. Al examinar esta obra he podido observar lo siguiente: Originalidad en las ideas, perfecta adaptabilidad de la frase melódica a lo que exige la música di cámera




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notes



1


La Colonización de Puerto Rico. – S. Brau. 1908. P. R.




2


No dice el acta si Ovando muriГі o retornГі a EspaГ±a.




3


La chirimГ­a era un instrumento de madera muy semejante al Гіboe, y estuvo muy en uso en las iglesias espaГ±olas hasta la introducciГіn de los violines. Su boquilla era igual a la que se emplea para el Гіboe y fagot modernos. La chirimГ­a cantaba siempre al unГ­sono con el tiple, y la segunda con el contralto o tenor.




4


Boletín histórico de Puerto Rico. – Coll y Toste. – Tomo I, página 57.




5


SegГєn referencias, se denominaba "de Asturias."




6


Boletín histórico de Puerto Rico. 1er. cuaderno del tomo II. – Coll y Toste. – 1915.




7


La minuta no dice si ese estipendio era anual o mensual. Antes tenГ­a la asignaciГіn de 32 pesos.




8


La Real Orden, aprobando los estatutos, tiene fecha 2 de julio de 1814. – Coll y Toste. —Boletín Histórico.– 1914.




9


Aunque al reorganizarse en 1841 el cuerpo de Artillería, en el cuadro de oficiales y demás clases del batallón, no figuraban más que un cabo y ocho tambores, más cuatro soldados aprendices de tambor. —Boletín histórico de Puerto Rico. Pág. 163 del tomo II. – Coll y Toste. – 1915. – por referencias de buen origen podemos afirmar, que al poco tiempo se organizó, con fondos del cuerpo, la banda de música, siendo Don Felipe Costas el primer músico mayor, sustituyéndole poco después Don Rosario Aruti, que había llegado a la Isla como maestro director y concertador de una compañía de Opera.




10


SegГєn el doctor Don Cayetano Coll y Toste, el nombre de Seis Chorreao procede de que, siendo la sexta figura de la contradanza la Гєnica en que las parejas se enlazaban para dar vueltas vertiginosas, de ahГ­ aplicaron los jГ­baros el nombre a su caracterГ­stico baile.




11


Jenny Lind fué una famosa cantante inglesa. – F. C.




12


Legajo 57. – Expediente No. 33, del archivo Municipal de San Juan. 1871-1877.




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En esta designación se cometió una gran injusticia, pues Sergio Lecompte era un violinista de la talla artística de Andino, y muy superior, musicalmente, a Rendón, que como violinista estaba conceptuado como el mejor, para ocupar la cabecera de los segundos violines en una orquesta y que solamente pudo presentar ante el jurado, como méritos superiores a los de Lecompte, el haber servido la plaza interinamente durante largos años. El mismo Rendón reconocía la superioridad de Lecompte como violinista. – F. C.




14


Boletín Histórico de Puerto Rico.– Año II. – No. 3. – Página 41. – C. Coll y Toste. – San Juan, P. R.




15


Véase la sección "Certámenes" de este libro. – F. C.




16


Véase la sección "Profesorado" de este libro. – F. C.



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